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Mostrando entradas de 2019

Despedida

Por fin se cierran las puertas del salón. Desfilaron 365 días colmados de cuanta cosa, para bien o para mal. Hacer recuento ahora es ocioso, quizá sea mejor una reflexión personal, íntima, que si embargo comparto porque como todo mundo sabe, estoy hecha de todo lo que me rodea, de lo que he recibido, de lo que he podido dar, de lo que con tanta generosidad me han regalado. Así que pienso: más allá de la circunstancia que me condujo a trasladar mi lugar de residencia a un lugar alejado por más de tres mil kilómetros, más allá de haberlo hecho cuando menos lo esperaba aunque tuviera planeado hacerlo en algún momento de mi vida; más allá de las vicisitudes que implicó el periplo; más allá de la pena y el miedo por la pérdida... me encuentro conmigo todavía. Aquí, en este nuevo hogar que me aloja con las paredes aún frías, sin muchos ecos de tertulias o poesía, con ruidos nuevos, diferentes, con grietas enmohecidas por el clima y aromas de humedad desconocidos. Sola en este nuevo hogar

Ella, la más pequeña

De niña su melena era negrísima, brillante como sus ojos. De grande se hizo experta cocinera y solía prepararme unos taquitos dorados de papa que nadie más hace como ella. Como en toda la familia sus habilidades manuales siempre salieron a relucir, a pesar de no ser muy paciente. Un día enfermó y la fui a cuidar de noche al hospital, donde la pasé dando vueltas para atender a sus vecinas de cuarto porque ella estuvo dormida plácidamente y pronto se recuperó. Pero otro día, aciago y triste para nosotras, enfermó y la operaron de apendicitis. Ahí, el galeno que la atendió cometió un error en la cirugía y desde entonces arrastra los males que eso conlleva, que no son leves ni pasajeros. Viajes y viajes de regreso al hospital, a urgencias, a internarla en La Raza, a operarla de nuevo con cirugías de siete horas, darla de alta y recibirla de nuevo en el hospital... Ahora lleva siete meses sin probar bocado y está superando una cicatrización muy delicada que ha tomado mucho tiempo. Pero

Para ella, que ya no recuerda...

Contra todo pronóstico llegaste. Tu memoria hecha trizas  tu cariño entero. Habíamos hecho un trato y aunque no supiste cómo, lo cumpliste: llegaste a la tierra que te vio nacer a conocer mi casa, a más de tes mil kilómetros de aquella donde moras y eres feliz. Se nos movieron el piso, los tiempos, las emociones, las épocas y los recuerdos. A veces era yo tu hermana, a veces tú no sabías quién era. Pero en el fondo, donde se guardan los secretos, tu y yo supimos que los lazos entre nosotras siempre serán irrompibles. Me enteré cuando de adolescente, tú respetabas y consultabas mis opiniones como si yo fuera adulta o sabia. Cuando  después tomé mis decisiones jamás juzgaste lo que hice y ni siquiera preguntaste mis razones. Cuando te cobijaste en  mí como si fuera un árbol, cuando aprendiste mis juegos, cuando te hiciste araña mágica para desenredar los hilos de las puntadas que te pedía y lograbas siempre ir más lejos de lo que pensabas, asombrándome de nuevo... cuando me despediste a

De las deudas...

Llegamos a diciembre y como a todo el mundo me da por reflexionar y hacer recuento de lo que viví en este año. Y ahora, desde aquí, puedo darme cuenta de lo que me dijeron tantas amigas y amigos desde que tomé la decisión de venirme: ¡qué valiente! lo reconozco ahora que me veo lejos, que me siento sola a ratos, que me doy cuenta de que voy a comenzar de cero nuevamente o que me doy de topes cuando quiero hacer algo y no tengo a la mano una red social que de inmediato me auxilie. No, no fue sencillo decidir que volaría porque no era el tiempo, lo decidí empujada por mis circunstancias. No fue sencillo reunir el dinero para la mudanza, ni hacer cada uno de los trámites, ni encontrar cómo y a dónde llegar y mucho menos despedirme de cada uno de mis aprecios en mis alrededores. Cuando recuerdo la llegada del trailer a la calle de mi casa lo veo y me doy cuenta y me digo ¡qué bárbara! Pero de lo que más me doy cuenta es de lo bien acompañada que he estado a pesar de las distancias. Tod

Urgente

De versos litorales y esas cosas

En dónde quedó el mar, la sal de aquellos días, las mareas de amigos que llenaban mi casa y los ocasos con su luciérnaga verde. La casona del Tule con  añejo aroma, los vinos del valle, veleros y gaviotas. En dónde las palabras nacidas de las olas las locuras y sueños, las palabras. Atrás, atrás quedaron en esos litorales donde se borran mis huellas, las lunas no me encuentran y el viento me dispersa. Donde los buques llaman sin que yo los escuche y llegan y se van, como mis pasos.

Otra de despedidas...

 Desde que salí a recibirla, ya no la reconocí. Mi madre había perdido la chispa de su mirada y semejaba a una persona cuando recién despierta y no ha salido del sueño. Hace ya un tiempo -desde que estuvo tan grave y hospitalizada- que no sabe si soy su hermana, una de mis hermanas o yo. Pero esta vez tampoco sabía dónde estábamos o si en la casa era arriba o abajo. Me pregunto qué recordará de todos los paseos y las funciones, porque cuando le digo "¿qué te gustó más?" me dice "todo", quizá porque no puede precisar. A los tres días de su llegada comenzó a decir que ya quería regresarse, que tenía muchas cosas que hacer, que su hijo no puede quedarse solo -ese hijo que desde que nació hizo que se le olvidaran todos los demás, debido a una enfermedad que ahora no sabemos si fue real- y a quienes vinieron a visitarla les dijo "me voy el lunes", sin saber en qué día vive. Duele verla perdida, que su mirada no denote que comprende, que recuerda, que siente.

Recuento de un día domingo

Pues de todo como en botica: toda la mañana estuve atendiendo a una videoconferencia para escribir el ensayo que había que entregar hoy en la escuela, así que me perdí la invitación a un desayuno. Terminé a la una y Bambi no estaba dispuesta a perdonar su paseo, de modo que salimos como siempre a la Alameda donde  paseamos de lo lindo. Pero como me dio hambre, comencé a buscar dónde comer, cosa que al final fue frustrante porque sencillamente en ninguna parte me dejaban entrar con la nenita. "Es que hay comensales", me decían. O sea... Fui a dejar a Bambi para poder comprar mi comida y comí en casa porque se está más a gusto si se come sola. Seguí haciendo los trámites necesarios para los pendientes de mañana y cuando vi ya era hora de salir corriendo al teatro a la segunda función del programa del Festival Cervantino. No llegué cuando empezó pero dejaron que entrara. Era el concierto de un coro orquestal del que no sabía yo nada pero ahí nos informó el director que se tra

También una se llueve

Días así, extraños, con emociones intensas por cualquier cosa, el llanto presto por si vuela la mosca, la sensación de soledad, de incertidumbre en un momento y al siguiente la gratitud por delante, ancha y cálida, genuina. Trastornos de la edad, del género, del cuerpo, del alma, del espíritu, de todo un poco pero el caso es que se llueve una, se empañan las ventanas de los ojos, se nublan el presente y el futuro -que de por sí se ve poco- se encogen los huesos y se estiran los tiempos, se tiene pereza por las cosas prácticas, cae el sueño que es más un sopor sobre los párpados, se sobresalta el cuerpo con los ruidos, se aprovecha la lluvia de afuera para lloverse adentro, se abraza una a lo que sea, se adhiere a los recuerdos, se busca alguna mano, una palabra, una caja de fotografías, un aroma, un tono de voz, un platillo favorito, cualquier cosa que ancle y deshaga el hechizo, cualquier cosa que pueda retirar a una de ese espacio denso y la coloque sentada a la mesa departiendo, co

Tlaxcala

Siempre he sido bendecida y me alegro de poder darme cuenta. Todo eso que creen mis amigas que es mérito propio no es más que lo que he recibido y comparto. Esta vez mi amiga poeta Isolda Dosamantes me invitó a exponer en la Galería Casa de la Nube que dirige en Tlaxcala desde el año pasado y por fin llegó la hora. Parte de la obra la comencé en Ensenada pues decidí preparar veinte piezas para la exposición. Como a mitad del camino me agarró la movedera de la mudanza, no alcancé a terminarla y debí concluirla en Orizaba. Como quise exponer mi mezcla de técnicas para insertar el bordado, que es algo tan cercano e íntimo para mí, sentí que en cada papel o retazo estaba quedando el tumulto de emociones que me embargaron al dejar una vida en un lugar para llegar a recomenzarla en otro. Quizá eso fue lo que la gente percibió cuando la vio, porque el recibimiento fue espléndido y vendí varias obras. Los comentarios fueron generosos y cálidos, me hicieron sentir que efectivamente, habían e

Los días sorprendentes

De repente pasa así, llega un día en que las cosas cambian y las rutinas se convierten en algo ajeno para dar paso a las sorpresas gratas y a días más felices. Su presencia trajo ese aroma conocido: el cariño de siempre, la alegría constante. Unas cuantas horas de espera en Puebla y al siguiente momento ¡ahí está ella! radiante y hermosa como siempre, ¿más amiga que nunca o tan amiga como siempre? Ambas cosas, supongo: la amistad es así. Hora tras hora en estos días, hemos compartido sorpresas, lugares, cosas y sabores experimentando intensamente cada una con la inmensa dicha de compartir. Porque recién escuché o vi por ahí que lo que uno da es la única cosa que crece al compartirse. Trajo además hermosos anturios a la casa, ella que tanto sabe de flores y de plantas, mi maestra cada que descubre flores que aquí brillan tanto como las de su niñez y me indica sus nombres, cómo es que crecen, cuánto le gustan... A cada paso va encontrando retazos de su infancia ¡qué increíble! la ave

Balanceo

Una semana difícil, cansada, adolorida, solitaria. Pero no absolutamente. Me rescatan las sonrisas dispensadas, la cantarina voz de una muchacha, la silueta de Bambi recortada contra la ventana observando atenta el vecindario, el mundo. Me rescata mirar estas nubes diferentes, asombrosas, haciéndole su chal a mi volcán, los rehiletes desatados en el balcón cual flores enloquecidas por el sol. Sí, la soledad me muerde a veces, me enferma o me desgasta, no lo niego. Pero adentro, mi corazón me dice siempre "sigue, sigue"...

De las sorpresas

A veces me tropiezo. Hoy fue así: al levantarme tenía dolor como de huesos, como de panza, como de no sé qué. Decidí no levantarme porque no tuve de dónde sacar el ánimo. Dormí a pesar de la luz y a media mañana desperté con dolor. Nada, ningún asomo de energía venía a mi encuentro y los pensamientos me aturdieron con su ausencia. Dolor como de estómago: un té de manzanilla, el té que menos quiero pero veamos si consintiendo a esa parte de mi cuerpo lo recupero un poco. Intenté con desgano ocuparme de alguna cosa, ya el fracaso al intentar leer los textos para la tarea me indicaba que por ahí no estaba el camino así que me puse a tratar de seguir acomodando la cocina, este espacio desconocido que sigo sin comprender, sin encontrarme en él... Lentísimas iban escurriendo las horas por la rendija del día lleno de sol a pesar de mis escalofríos y llegó la hora de preparar una comida, algo. Caldo de verduras, será, para que no caiga pesado. Entonces, al buscar el frasco que guarda los di

Lo mismo pero diferente

A las cinco de la mañana comencé a estudiar en mi cama, como ha sido mi costumbre durante estos años de estudiar la carrera. Ahora mismo interrumpo mi lectura al darme cuenta del hecho de estar en esta misma cama, también al pie de la ventana y escuchando cantar a los gallos como si no estuviera a más de tres mil kilómetros de distancia. Una especie de extrañamiento me invade, me pregunto cómo puede ser tan igual pero a la vez distinto, y reflexiono acerca de lo que soy -de lo que somos- a lo largo de la vida, siempre los mismos pero diferentes. La luz del día viene irrumpiendo discretamente sobre la mañana, ya comienzan a escucharse los ruidos que ahora son novedosos, el llanto del que reza a gritos desde que amanece, el sonido del tren a lo lejos, la campana de una iglesia y en un rato más, el desfile de vida cuando pasen los vendedores ofreciendo sus mercancías. Aquí sigo yo, en mi cama, estrenando mis 64 años lejos de lo que tenía, de lo que tuve por casi tres lustros, sola per

Goteras

Apenas pasando las cuatro de la mañana se soltó un aguacero de Padre y Señor mío que me despertó sobresaltada. No, ya estaba sobresaltada en el sueño porque ya tiene tiempo que sueño o que alguien que no deseo queme vea me busca o persigue, o que debo llegar a algún lugar y no encuentro cómo. Justamente estaba yo en mi sueño tratando de evadir que alguien me encontrara. En todos los sueños quienes me persiguen son desconocidos en la vida real y nunca recuerdo ya despierta cómo eran o cómo se llamaban o alguna característica que me permitiera relacionarlos con algo. Pero no es necesario en todo caso conocer ese detalle para saber que estoy mortificada por algo, quizá por el pasado, quizá por la pérdida, quizá por la incertidumbre... Generalmente recuerdo con detalle mis sueños que siempre han sido muy elaborados y larguísimos, pero de un tiempo a acá o no los recuerdo o sólo fracciones pequeñas o quizá sólo la sensación -como en los últimos casos- de persecución. Debo retomar mi tra

De la magia en estas tierras

En esta tierra la magia está en todas partes: una se levanta y ¡zaz! en cuanto abre los ojos y sale se encuentra con un volcán por un lado y por el otro con el Cerro de Escamela, gigante de un verde abrumador por causa de tanto árbol y así toda la ciudad, que es un valle rodeado de cerros y montañas. La mañana comienza con el olor de los comales de barro calentándose en el carbón para recibir las blancas lunitas de masa que convierten en tortillas. Las picadas se aderezan con manteca, salsa, queso y cebolla y lo que aquí llaman tacos tienen flor de calabaza y migajas de chicharrón con su rama de epazote y su trozo de queso jarocho... el aroma es mágico para abrir el apetito, el café se está colando. Frente a la casa pasa el señor que vende tamales de frijol con hoja de aguacate, servidos con mole, o pasa la señora que vende jugos de naranja, el del triciclo que vende pan y el de la bici, con el periódico. Cada uno tiene su sonido, su silbato, su modo de anunciar la mercancía que lle

Cuando la vida sigue...

A veces, por las noches, me quedo pensando. Me quedo recordando todo lo que tuvo que pasar para que yo estuviera aquí. Me impresiona cómo cada detalle, por pequeño, se fue uniendo a la argamasa para conformar un momento definitorio en mi vida. Cómo las cosas más inesperadas sucedieron para que yo pudiera tomar la decisión de trasladar mi vida a otro cuadrante, otro espacio, un nuevo tiempo. Admito que tengo mi experiencia, que no han sido pocas las grandes decisiones que he debido tomar en la vida, que siempre traté de no precipitarme para procurar hacer todas las consideraciones posibles en caso de esto o lo otro. Pero cada nueva decisión es, a veces, una espina más que se nos clava. Y así, preparada para la herida que veía venir, sin más escudo que mi coraje para tomar la decisión, empaqué una vida y una casa en un trailer y junto con mi auto, los trasladé a más de tres mil kilómetros de distancia. Qué puedo decir de mí-pese a mi buena disposición y enjundia- si hasta el autito ha

Y de nuevo un verano

Me maravilla tener aquí también un espacio en casa para recibir y dar talleres o lecturas, el universo me favorece como siempre, así que a corresponder. El brazo lastimado por cargar cajas de libros sigue con su temblorina y con dolor, espero que el aceitito que me trajo ayer mi amiga funcione y también espero poner más de mi parte para que al fin se cure, ya pasó una semana así. Ayer la patoaventura fue con las goteras, habían venido a taparlas pero con el tormentón parece que más bien aumentaron y se mojó el hornito eléctrico entre otras cosas. Me di cuenta -o mejor dicho recordé- que me asustan los truenos y las tormentas eléctricas pero aquí parecen ser pan de cada día, de modo que habrá que apechugar. La casa poco a poco toma forma, aunque me falta espacio para los libros, quedan cajas y cajas también con material para talleres y arte que debo procurar tener a mano pero aún está difícil. Ya tengo sillón en la sala y puedo ver series en la tele, resguardada por la vela de citro

Igual pero diferente

También aquí transcurren los días cuando las noches expiran. Cada mañana se inunda con la cauda de luz que trae el alba y los distintos pájaros cantan los mismos trinos. Aquí también escucho bocinazos, risas y ladridos, el rumor o el estruendo de la lluvia, el palpitar de la vida que donde quiera se asoma. Sentada ante el bordado escucho mi música de siempre, bajo la misma lámpara encuentro las aventuras de los libros y los retratos eternamente jóvenes me ven ir y venir. Pero este aire es distinto, lejano del desierto que se ha quedado atrás, allá en el norte que quizá perdí para cambiarlo por el trópico. Una vida allá, donde el agua del mar es siempre fría y los atardeceres resplandecen sus colores insólitos por una vida acá, donde respiro el agua y se alojan en los alrededores, en su infinita gama, todos los verdes que es posible imaginar. ¿Y yo seré ya otra? ¿Qué tarde es esta en la que llueve y creo que soy la misma? ¿Cómo es que debo remendar mi corazón que late

De los calores y comidas que hay en esta tierra

Viernes 21 de junio El calor no da tregua, Bambi y yo estamos sofocadísimas y sin dormir. Anoche llovió un poco y eso empeoró la situación de hoy, porque toda esa agua caída se está evaporando por la acción del inclemente sol. La casa poco a poco va asentándose con mis cosas pero me hacen falta muebles para acomodar por ejemplo los trastes de cocina, ya que aquí no tiene mueble el fregadero de los trastes y también necesito una mesa de trabajo donde picar y hacer cosas. Fui a buscar una donde las artesanías pero no tuvieron como la que busco, así que mientras sigo haciendo equilibrio donde puedo con mi tabla de picar. En la planta baja camino con el ventilador de rueditas jalándolo para donde camine porque no se puede de otro modo y estar en la planta alta imposible por lo caliente. Tengo que buscar un lugar que tenga sombra y aire para salir en lo que se apacigua el sol, aunque sea en la alameda debo de poder ir a ponerme a bordar. Ayer pasé por el mercado de Cerri

¿Inocentes palomitas?

Miércoles 19 de junio ¡Qué rápido pasan los días! Ya voy a cumplir dos semanas aquí y siento que apenas me estoy bajando del auto. En esta semana he tenido tiempo de darme cuenta de que hay muchas palomas en los alrededores y al parecer en toda la ciudad. En casa el patio está totalmente arruinado porque mientras estuvo desocupada vinieron a anidar, lo que destruyó el piso. Desde que estoy aquí he visto que si dejo abiertas las ventanas, encuentro sus desechos en el trastero de la cocina y en el plato de Bambi. Es una batalla intentar alejarlas: en cuanto las escucho salgo disparada con la escoba para azuzarlas, pero el techo del patio es tan alto que me miran nomás, seguro muertas de risa. Entonces tengo otra arriba, en la terraza, y desde ahí las sorprendo escoba en ristre y ahí sí salen volando. He ido al mercado a buscar pistolas de agua y no encuentro, creo que es un arma que me conviene en este caso. También he pensado en comprar una veleta para que cada que se mu

Ahora la música

https://youtu.be/jtSpiF5q-Cg Lenta, cadenciosa, dulce. Profundidades que surcan mis adentros, floto cuando las notas, de tan dulces, se ponen roncas, descienden al dolor, se extienden y me expanden, me hacen vibrar como una cuerda más. Valió la pena batallar para conectar mi bocina, estoy en un concierto echada en mi cama, oliendo la lluvia y escuchando sus pasos sobre el techo sin perturbar la música. Los mágicos dedos se posan ingrávidos sobre las cuerdas, como si con la sola voluntad hicieran cantar -a veces con sangradura- a las cuerdas. La energía de la casa es generosa, clara. Los rincones son amables y dejan pasar a la música para que se aposente donde quiera, dejando microscópicas huellas vibrantes a su paso, pequeños ecos para recopilar después, cuando evoque la memoria estos momentos de música nocturna, lluviosa, adolorida y dulce.
Jueves 13 de junio A estas alturas ya tengo más idea de cómo son los espacios de mi nueva casa gracias a la óptica de Iris: la cocina no me alcanza pero la hicimos crecer pidiendo que retiraran esa campana de taquería que habían dejado puesta y que me hizo doler la cabeza.   Sí, claro que deseaba una campana con extractor arriba de la estufa, pero lo que puso el casero era grotesco e incisivo, no podía poner ni un mueble.   Ayer instalaron internet, ya había electricidad y compré el gas cuando pasó el camión. Por las mañanas, cuando cantan toda clase de pájaros, viene la señora que vende jugo de naranja a 26 pesos el litro. Más tarde pasa el de los tamales cernidos y rancheros, que cuestan ocho pesos y son deliciosos. También he visto que entregan leche en la casa de enfrente y por las noches pasa un señor que vende pan. Hoy escuché al que vende periódico, El Mundo de Orizaba.   La presencia de Iris ha sido invaluable, no tengo con qué pagar lo que hace para ayudarme, e

Día once, junio, Orizaba

De niña conocí a Mago, hermana de una tía política, porque llegaba en las vacaciones de diciembre con su hija Alejandra vestida de muñeca. Siempre escuché decir en la familia que Mago era una modista de primera y que por eso los vestidos de su hija eran únicos. Yo cuando veía a la niña me parecía igualita a las muñecas que estaban en los aparadores de la Estándar, la tienda donde trabajaba mi tía Olga, todo eso en Orizaba. Muchos años después, ya adulta, tuve la necesidad de buscar una   modista en el DF y le pedí a mi tía los datos de su hermana. Una vez contactadas, iniciamos una linda amistad que incluyó a sus hijas que ya eran unas jóvenes. La menor es de la edad de mi hija, en vacaciones ahora ellas eran las que se juntaban a cantar canciones, cada una interpretaba a Yuri y a Daniela Romo según sus largas melenas. El año del último terremoto en el DF provocó que la casa donde vivía Mago dejara de ser segura y sus hijos la convencieron de irse a vivir a Orizaba. Nadie

Bitácora del día siguiente

Domingo Escuché la llave de la puerta, voz de hombre y que abrieron. Me levanté de un saldo preguntando si había alguien ahí, busqué la escoba y me dirigí a las escaleras para ver qué pasaba. ¿El dueño que trajo a los trabajadores? ¿Pero cómo si ya sabe que estamos aquí? ¿se metieron ladrones? así giraba mi cabeza antes de descubrir que esos sonidos habían sido en la casa de enfrente. Eran las seis de la mañana, así que aproveché para tratar de averiguar por cuál parte de la casa entraría el sol, pero recordé que mi amiga vecina comentó alguna vez que desde su casa se veía el volcán, el Pico de Orizaba, así que me asomé por la ventana de la sala y ahí estaba. Subí corriendo las escaleras para ir por el celular y tomar fotos, fascinada, desde la banqueta. Para donde miro hay cerros verdísimos y para rematar, mi volcán desde mi casa. En el patio zurea una paloma que me mira inquieta y desconfiada. Lamento saber antes que ella que no podrá hacer su hogar aquí. Va y viene i

Bitácora del viaje anunciado

Sábado 8 de junio Desperté sobresaltada porque teníamos que pasar por mi amiga para salir rumbo a Orizaba, ya apremiaba el tiempo. La típica sensación en el estómago cada vez que voy a viajar. Mi hijo mi puso café en un termo, preparé una ración de burritos para el camino -primera vez que los hago y aprovecho las tortillas de harina que traje de Ensenada- y nos pusimos en marcha. Una vez en el auto todo el contingente -Bambi de primera en el auto- nos dirigimos a la carretera, sólo que teníamos que cargar gasolina tuvo que ser en un punto de Chalco que tenía las calles ensenadizadas, es decir, llenas de baches profundos, con basura, piedras… La carretera no presentó retrasos y en breve estábamos entrando a mi ciudad natal. Pedimos a mi hijo abrir las ventanas y nos dijo que afuera estaba haciendo mucho calor. ¡Lo sentimos! Al parecer habíamos llegado a una sucursal de Veracruz, a juzgar por la humedad y la temperatura, pero nada turbó nuestra dicha de la llegada. Lu

Ensenada: estación de partida

Y en el instante en que suena la sirena me salta el corazón: avisa que es una despedida, que los lobos marinos se quedan atrás con la brisa y los buques, con las olas que me habrán de encontrar en otro punto del mar. Ahora el cielo tímido, desdibujado, me saluda, sabe que uno nunca se despide de él. Estoy en una casa de muñecas que me aloja por un rato, algún día voy a poder ser así de pequeña, sencilla como una hoja de papel en donde todo se dibuja o se borra o se transforma. Porque si mi naturaleza de palabras debe tener un lecho sería de papel, uno que no fuera demasiado absorbente porque se chupa la tinta y la hace mancha, ni demasiado liso que no admita el grafito, ese suave y lustroso material con el que a veces intento mi retrato. Regreso, estoy aún en Ensenada por unas horas más después de muchos años, bebo esta brisa con el cuerpo, me asomo a este jardín desconocido por la ventana que da a un cerro lleno de   viviendas coloridas pero cenicientas, como correspon

Fin de semana

El sábado fue de seguir armando cajas, con mi hija, mi yerno y mi mejor amiga le pusimos papel y cartón a muchas cosas. Les pedí que saquearan mi despensa porque no puedo llevarla y parecían chiquillas en día de Reyes. Los únicos aparatos que aún están conectados son el modem y la cafetera. La estufa funciona pero no hay un solo traste, excepto por mi taza de café. Todavía faltan un espejo y un vidrio de mesa. Mi maleta del viaje no sirve, puse ropa que no combina entre sí y no me sirve para nada, desde luego no tenía mi cabeza bien puesta cuando dejé esas prendas y guardé todo lo demás. Quizá también porque aquí está haciendo fresco y frío y a donde voy hace calor, me confundí. Aunque tengo días confundida: busco cosas donde ya no hay nada, volteo a ver la hora donde ya no hay reloj, busco jabón y todo está vacío y así. El domingo fue más relajado aunque todavía seguimos empacando. Por la tarde me fui a encontrar con Celia al café para despedirnos, vino de Tijuana. Ahí encontré algu

Casi despedida

Las paredes están desnudas. Heridas y cicatrices por los clavos y repisas es lo que está dejando mi estancia de tantos años. Entre la pintura y los ladrillos algo habrá que quede, algo de la alegría y la paz con que viví adentro de mi casa. Su energía clara y reposada la instalé antes de empezar a trasladar mis cosas, cuando venía yo misma con un corazón ajado buscando restablecerme. Aquí sería el rincón donde lamiera mis heridas y aquí sané y descubrí todavía más de mí, otras mujeres que habían estado escondidas y que fueron floreciendo lentamente para irme completando. La vida siempre ha sido generosa, el universo me ha provisto de cuanto he necesitado, sobre todo porque sé que no se necesita mucho -hablo de cosas-. Así que toca agradecer esta estadía, estas paredes con su hermosa luz al atardecer, este espacio acogedor que ha recibido tantas risas y buenos ratos, tanta gente amiga,  niños encantadores que se fueron convirtiendo en adolescentes, libros y libros adquiridos, comparti

Asomo

Estoy asomándome a otra punta de la vida. Desde aquí la luz es apenas incipiente y misteriosa. Cuido de llevar conmigo las herramientas que puedan hacer falta: los abrazos, la memoria, la experiencia que habrá de orientar futuros pasos. La luz es diferente aquí, en este primer día en el que al fin comienza la cuenta regresiva. Tenía rato que no daba así el sol en las paredes de esta casa que se va desmantelando con mi ausencia. Ya me responde el eco, se apagaron sus lámparas y están desnudas sus paredes. Bambi está desconcertada, también está perdiendo sus rincones favoritos y sus muebles, su mirada me interroga todo el tiempo queriendo saber qué estoy haciendo, qué nos estoy haciendo... Estoy asomándome a otra punta de la vida.

Antes de irme

Hoy fue la fecha que elegí para irme a despedir de mi madre a Tijuana, antes de irme a vivir a mi tierra. Me acompañó mi hija. No quise que se percibiera el aire de la despedida, así que hice lo que siempre cuando la visito, y fuimos toda risa y pláticas, comimos, tomamos cafecito y le pedí que nos mostrara sus dibujos de los cuadernos. Arranqué varias hojas con su consentimiento y la promesa de montarle una pequeña exposición cuando ya esté en mi casa. Pero las horas me fueron cercando y teníamos que regresar. La abracé diciéndole que la voy a estar llamando y que no me olvida en sus oraciones y bendiciones. Cuando la abracé, temblaba. La sentí como una niña a punto de quedarse sola y me salí de prisa al auto para que no viera las lágrimas que se empeñaron en salir a relucir por más que quise evitarlo. No nos hubiéramos despegado si abiertamente nos hubiéramos abrazado a llorar juntas. No sé si estuvo bien o mal, sólo quise evitar un momento muy doloroso. Las lágrimas siguieron por

Nada tiene ya lugar

Se me fueron las horas. Se despeñaron desde la repisa en donde estaba el reloj. No importa el tiempo pero sí la prisa, los apuros para encontrar los objetos que serían herencia para los amigos. El café ahora lo tomo en lo que encuentro, mi pequeña taza para expresso desapareció en el barullo del embalaje. Desde algún rincón oscuro, las tijeras se burlan de que las ande buscando, como la chamarra que metí en alguna valija pensando que estoy en primavera. De pronto se me ofrece buscar un libro y me viene una especie de mareo ¿dónde están todos, qué rebelión es esta?  Por supuesto que tampoco tengo a mano las grapas para recargar mi engrapadora y si hablara en voz alta, el eco me respondería dándome un susto. Me siento el Pípila cargando esta pesada losa del adiós a mis espacios, a las voces, los abrazos, caminos, hallazgos, tesoros, encuentros... Voy buscando otras rutas, otros vuelos, pero ¡ah, mi mente, mi mente que no está ni aquí ni allá!

Abandono

Cuando me recibió yo estaba lastimada de una herida grave que hacía sentir el corazón partido. Llegué a ella como de prisa, como huyendo, como buscando refugio. Me gustó su luz, sus espacios que se fueron amoldando conmigo. Crecimos en nuestro entorno y se brindó por completo para contener toda la parafernalia de mis múltiples locuras. Siempre ha tenido ruidos raros o ha llamado mi atención tirando cosas. Porque no, las cosas no se caen solas a media noche. Después de casi una década he decidido cambiar mi rumbo. Ella sabe que se queda, no me la puedo llevar, y su voz desesperada llama mi atención escondiendo las cosas, rompiéndolas, tirándolas." Eres mi casa" —le digo a sus paredes para tranquilizarla— y aunque me vaya me quedo. Recibimos amigas, amigos y familia. Cocinamos, plantamos hortalizas, cultivamos salvias y vimos florecer nuestras matas, la flor de estrella, la ilusión, los geranios. Nos acogió cálidamente las tardes de bordado, las tardes de lectura con los n

Cansancio

Soy un ancla cansada, la tormenta me sacude y el herrumbre se hace arena, se desparrama por todas esas rutas a donde debo llegar. Soy un ancla cansada la fuerza de estar de pie me vuelve frágil me azota en pleno corazón me debilita el pulso de las esperanzas. La vida está levando anclas: iré a navegar por otras aguas renovada y fuerte después de la tormenta.

Cada día, un logro

Al fondo está Orizaba, para allá van mis alas Primero, por abrir los ojos, percibir la luz, comenzar a moverme, tomar mi café matutino y comenzar a configurar mentalmente mi día. Los pendientes, siempre tantos en estos días, las emociones en el sube y baja, el bálsamo para mis oídos que es escuchar a los pájaros mientras estudio, a pesar del radio a todo volumen de los albañiles que construyen atrás de mi casa un edificio que ya no me deja ver el cielo desde mi ventana... Me aferro a cada cosa bella, que aún pequeña, me rescata de la ansiedad que con frecuencia quiere hincarme sus dientes últimamente. Ayer tenía la angustia de no saber a qué casa irme en Orizaba porque mi único prospecto parecía desvanecerse, el dueño de la casa en renta no respondía mis mensajes ni llamaba y eso hacía que mi mente configurara un plan B que sería oneroso y pesado, generando angustia. Esta mañana me mandó un mensaje: "formalizar" el apartado de la casa para que yo pueda rentarla. Esas p

Decir inesperadamente adiós

Llegué a la tiendita de la vuelta para aplicar las inyecciones al matrimonio de personas mayores que me ha pedido esa ayuda. Saludamos y comenzamos a conversar cuando por alguna razón les mencioné que recordaran que ya me voy, que voy a estar aquí hasta mayo. Sus reacciones me hicieron ver que ellos no tenían conocimiento de mi partida: suspendieron de inmediato lo que estaban haciendo, la señora me gritó que si me mando sola, la hija puso los ojos tristes y el señor guardó silencio. De ahí en adelante y por más de una hora intentaron convencerme: de que ellos me adoptan como familia, de que me aprecian mucho, de que vale la pena quedarme, y así miles de razones que a veces se volvían regaños "por ingrata", porque "soy su única amiga" porque ahora quién los va a inyectar... También a mí me tomó por sorpresa ver sus lágrimas y caras largas, sus abrazos que saben a despedida y me dejan ver lo que me espera al marchar.

Cada vez mas cerca... cada vez más lejos

Ayer dije que tengo una rajadura en el alma por donde comienza a entrar el adiós. Mis plantas se están yendo poco a poco, mis libros ya no están en los estantes y de repente no tengo qué ponerme si hace frío: un cuarto está lleno de cajas y maletas y la vitrina del comedor está vacía. También llegaron los cuadros que he pintado y que serán vendidos en una exposición. Avisé a mi casera que me marcho: no hay vuelta atrás. El corazón se me sofoca cuando pienso que cada vez estoy más cerca de ejecutar la decisión que tomé hace poco, precipitada por las circunstancias. A seguir, a comenzar, a tejer  de nuevo redes ahora que hay mucho sol para entibiarse los huesos y el alma, ahora que la vida me dispone otra vez un camino nuevo para que siga averiguando a dónde debo llegar. Aquí dejo esa parte de mí que quiso tomar cada persona que me conoció y me dio la parte de su corazón que su generosidad le dictó. Mis amigas irán a visitarme y les creo no porque me lo digan de consuelo sino porqu

Pulso de pérdida

Esta mañana me asomé por el porche a ver la ciudad que estoy dejando. Las montañas al fondo del caserío y un cielo de nubes deshilachadas me hicieron una punzada en el latido que me dijo"esto dejo". Intenté recuperarme al instante pensando en el agua de los ríos, las cascadas, la cantidad de árboles que voy a ver allá, en mi otra tierra, la que espera. Pero bien sé que estos instantes que he vivido por cientos de días asomada por mi patio para ver cruzar gaviotas o en el porche para ver montañas a lo lejos se me quedan con toda su nostalgia, su sabor a maravilla y sus colores. Afuera está la vida, en la música del radio de los trabajadores que construyen una cosa inmensa justo atrás de mi patio; en los golpeados pasos de los niños que van tarde a la escuela; en las interminables vueltas de los micros que hacen parada afuera de mi casa, en la banqueta donde salen a correr mis perros. Y luego está esta casa con sus espacios luminosos, con sus paredes a las que pinté hojas

La poesía de Modesto, Ca.

El Grito de Mujer comenzó a resonar desde los primeros días de marzo en todo el mundo. Y desde un punto del mundo llamado Modesto en California, Estados Unidos, mi amiga poeta Vielka Solano me invitó entre otras poetas a la Noche de Poesía que conmemoraría el tema de "Grito por mí". Así que nos hicimos a la idea y en menos de lo que pensamos, ya estaba yo de viaje. ¡La perdida que les di! me salí por donde no era y no me hallaban para recogerme, pero desde luego tres mujeres en una camioneta pueden cambiar al mundo -sí, tres, porque ya habían encontrado a Carmen Julia, que llegó después que yo- me hallaron al fin en el punto del aeropuerto de San Francisco en donde se me ocurrió pararme para llevarnos a conocer el barrio latino, comprar impresionantes artesanías de chaquira,  y ver algunas cosas antes de ir para Modesto, a unas dos horas de ahí. Karlha fue la guía y conductora del auto. Fuimos a una famosa comida mediterránea, para luego dirigirnos a Presidio a una play