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Mostrando entradas de enero, 2015

Gratiferia en la Territorio Sur

Esta vez tomaré de nuevo la banqueta para esta fiesta del compartir con mi comunidad, gracias al apoyo de amigas que me nutren con toda clase de cosas guardadas, para que otros terminen dándoles el uso que todavía les corresponde. Este sábado a las diez de la mañana estaremos con las mesas puestas y los tesoros que cada quién encontrará: ropa, cuadernos, plantas, trastos, libros, en fin, cuantísima cosa que quepa en la imaginación y la necesidad de cada quién. El vecindario ya conoce la dinámica: viene, revisa y se lleva lo que le sirva, gratuitamente. Algunos, a cambio, traen también cosas de su casa para compartir. ¡Así se hace la fiesta! ¿Se animan? ¡Los esperamos! Las imágenes son de nuestra primera Gratiferia.

La poesía, la poesía

La luz matutina nos acompañó a Juanamaría Naranjo y a mí a nuestra cita en casa de la adorada poeta Dolores Castro, a quien tenía yo premura por abrazar. Como es costumbre en las poetas de generoso corazón, me compartió dos libros. Nos despedimos para acudir a otra cita poética con Estela Guerra y María Elena Solórzano en Azcapotzalco, para la comida. De regreso abordé el metro y una vez bien apuntalada, de pie en el vagón, saqué el libro-poema de la maestra Lolita "Algo le duele al aire" y comencé a leerlo en voz alta, y pronto la voz dejó de ser la mía para ser la del poema. Leía con la cadencia de los versos, estremecida por lo que me decían, y en algún momento alguien me tomó del codo y me condujo a un asiento, sin que yo parara de leer. Cuando estaba en "La danza en el otoño" instintivamente alcé la vista y salí corriendo para alcanzar a bajarme, dejando a todos con un palmo de poesía en las narices y maravillas en el corazón.

Abismos de ceniza

Deseas para este año futuro, tratando de que la pesadez no permanezca, no siga anclándose  lo que eres a una argolla densa, inamovible, tratando de encontrar algo de gracia, un poco de bondad  y enorme fortaleza. Porque cuando te duele un dedo es una queja, pero cuando te duele todo el espacio que está fuera del dedo, te aniquila. Tienes que hacer escudos prodigiosos para ocultar el pecho, guardar tus margaritas, doblar en cuatro a la luna para seguir cultivando a la esperanza. Hecho un titán das pasos por la espina que es la vida; por más que hiera contiene a la belleza en su centro de savia palpitante y dura, en su destello de luz donde la punta. Avanzas como un coloso los traspiés del calendario, cada día que has salvado tiene un premio de estrella que mantiene el diminuto fulgor que va cubriendo tu alma. Y para el cuadro en el que pienses cuando evoques al año, no quieres ver gargantas oxidadas, no deseas que los colores sean oscuros o muertos. Para evocar al año necesitas retoñ