A las diez llegó Jorge, ya vimos sus trabajos. A las doce se fue él y llegó Arito, que estaba atrasada con la confección de su libro de arte; a las tres de la tarde nos fuimos al comedor a comer tostadas de una tinga deliciosa que me convidó Arito, y continuamos en el taller. A las seis de la tarde llegó María, siempre tan cumplida que ya casi termina. A las nueve de la noche mis ojos no podían más. Tenía hambre pero mucho frío, y no quise ya comer nada, puse un poco la tele pero no entendía nada y mejor me fui a dormir. Una intensa, linda jornada. En la foto, tengan una idea de cómo es la mesa de trabajo con una sola persona... Claro, se trata de pintar, recortar, armar, pegar infinidad de chucherías y sobre todo: disfrutar!
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias