Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2017

Debuta promotora cultural en Ensenada

Hace mucho tiempo que no hago una entrevista pero ahora la curiosidad me llevó a hacerlo con una joven periodista interesada en el pulso cultural de nuestra ciudad, y sobre todo en buscar la manera de contribuir para que estas actividades se vean enriquecidas con el conocimiento de quienes, en otros lados, han sembrado un camino sólido y reconocido. En su primera aportación, sus esfuerzos se enfocaron en invitar al escritor, musicólogo y periodista Hugo García Michel, conocido en el oficio periodístico como uno de los más destacados críticos del rock mexicano. Colabora en el suplemento Palabra de periódico El Vigía con la columna Gato Encerrado (temas musicales), en Milenio Diario con las columnas “Cámara húngara” (de temas políticos) y “Gajes del orificio” (de temas musicales), además de escribir diversos artículos, sobre todo culturales, para diferentes secciones y suplementos del mismo periódico) y en las revistas Nexos, Marvin y Este país. También coordina “Acordes y desacordes

Negro el panorama

Una pesadez me oprime el pecho y el aire es insuficiente, suspiro a cada rato. Me aturde un desgano que me provoca dormir, dormir mucho y no pensar. No es como cuando el dolor o la tristeza. Este desasosiego es más denso, viene con una gran desesperanza que impide pensar en que haya luz en alguna parte y acaba con el cada vez más pequeño y débil optimismo que ha sido parte mía toda la vida. Suspiro. Es decir, respiro hondo porque quiero sacudir el peso de la angustia que provoca sentir miedo. No estoy acostumbrada, es una sensación desagradable que siempre traté de evitar en cuanto estuvo en mis manos hacerlo. Sentirme amenazada ha provocado que la sensación me agote. Sí, entiendo de alguna manera que afuera está el sol, que hay miles de ojos contemplando el atardecer, que hay niños en los parques, que la alegría no ha muerto. Pero no aquí, adentro de estas cuatro paredes con ventanas selladas porque ni siquiera se puede salir al patio trasero de la casa, hay que cuidarse de no ser v

De los sueños, de los riesgos...

Desde ese otro mundo en el que vivo, el de los sueños, escribo: Llegamos a las afueras de la ranchería buscado la casa en donde se nos instruyó trabajar. Mis dos compañeros abrieron cautelosamente la puerta de la casona que parecía abandonada y entramos. Fuera de unas mesas de trabajo y pocas sillas, no había muebles. En la parte trasera hallaron un difunto. Al hombre que tuvo ese cuerpo lo habían ultimado a cuchillo, según dijeron, y  yo no quise acercarme. Ellos se dispusieron a levantar evidencias y yo me alejé de ese patio trasero para subir por una rampa del terreno hacia la azotea de la casa, que tenía el techo bajo. El paisaje semi árido era agradable y silencioso. De pronto me sentí cansada y me recosté mirando en el cielo unos jirones de nube. Me cubrí las piernas con el suéter y estaba dormitando cuando un compañero me tocó el hombro diciéndome que habían llegado Mariana y los otros. Bajamos, los encontramos ya dispuestos en las mesas haciendo su trabajo. Noté que todos h