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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Pero café, siempre café... bordando

  Como buena veracruzana de Orizaba, y como todo ciudadano del mundo, el café es para mí una opción permanente: para el frío, para el calor, para la pena, para el dulce, para la amiga, para la familia, para el difunto, para todo pues. Tomar café bien merece, además de tu ritual de molido y preparado,  ser servido con gracia, en homenaje a lo que rinde. Además, las tardes bordando con las amigas, con la familia o en soledad proveen, junto con una taza de café, gratísimos momentos en los que la música o el silencio nos llevan a la evocación, a las memorias, al contacto interior. Por esas y tantas razones, aquí mi bordado en honor del café.

El año del Covid 19

A bote pronto, en una de esas noches donde la oscuridad es todo lo que se respira y salen borbotones de palabras mojadas, asustadas... Soy una lágrima en cada uno de mis dedos, En cada parte de mi cuerpo soy un llanto. Miro correr la vida hacia la muerte: como en la guerra, el parte va   indicando las ausencias, él, aquella… Inédito pensar en un futuro ciego la vida de los hijos vulnerable el llanto de los huérfanos aislados el silencio de todos los adioses que nunca se esperaron ni dijeron. La zozobra encapsula los latidos y el miedo hinca sus colmillos en el sueño. Imposibles cascadas y paisajes, rebaños, flores o parvadas: hay demasiadas cruces. En el silencio de las calles se adivina el rezo y se cuentan por miles los crespones. Las paredes ahora tienen ecos, de tan solas; el comedor se sobresalta cuando cae la cuchara, hablar es un esfuerzo para romper la inercia de la viudez de todos los sonidos que se han ido: no hay risas en la escuela, no hay música en el parque y hasta los pe

Nuestros fieles difuntos

 Ahora los recibo en Orizaba, tierra de varios de ellos: mis abuelos, mis tíos y tías, mi hermano Jared. Recién se unió a ellos mi querido amigo Pedro y así fue que al medio día toqué la campanita para llamar a cada uno, las velas estaban encendidas y el camino de pétalos dispuesto, al igual que la salvia quémandose. Y así más tarde me dispuse a comer un mole acompañado con mezcal, brindé con ellos y les agradecí estar presentes siempre, y dicen que a las siete comienzan a regresar asi que como al rato hay bordado de una vez nos vamos despidiento... hasta siempre, fieles difuntos, el próximo año si estamos por aquí volveremos a encontrarnos... y si estamos por allá también.