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Mostrando entradas de julio, 2019

Goteras

Apenas pasando las cuatro de la mañana se soltó un aguacero de Padre y Señor mío que me despertó sobresaltada. No, ya estaba sobresaltada en el sueño porque ya tiene tiempo que sueño o que alguien que no deseo queme vea me busca o persigue, o que debo llegar a algún lugar y no encuentro cómo. Justamente estaba yo en mi sueño tratando de evadir que alguien me encontrara. En todos los sueños quienes me persiguen son desconocidos en la vida real y nunca recuerdo ya despierta cómo eran o cómo se llamaban o alguna característica que me permitiera relacionarlos con algo. Pero no es necesario en todo caso conocer ese detalle para saber que estoy mortificada por algo, quizá por el pasado, quizá por la pérdida, quizá por la incertidumbre... Generalmente recuerdo con detalle mis sueños que siempre han sido muy elaborados y larguísimos, pero de un tiempo a acá o no los recuerdo o sólo fracciones pequeñas o quizá sólo la sensación -como en los últimos casos- de persecución. Debo retomar mi tra

De la magia en estas tierras

En esta tierra la magia está en todas partes: una se levanta y ¡zaz! en cuanto abre los ojos y sale se encuentra con un volcán por un lado y por el otro con el Cerro de Escamela, gigante de un verde abrumador por causa de tanto árbol y así toda la ciudad, que es un valle rodeado de cerros y montañas. La mañana comienza con el olor de los comales de barro calentándose en el carbón para recibir las blancas lunitas de masa que convierten en tortillas. Las picadas se aderezan con manteca, salsa, queso y cebolla y lo que aquí llaman tacos tienen flor de calabaza y migajas de chicharrón con su rama de epazote y su trozo de queso jarocho... el aroma es mágico para abrir el apetito, el café se está colando. Frente a la casa pasa el señor que vende tamales de frijol con hoja de aguacate, servidos con mole, o pasa la señora que vende jugos de naranja, el del triciclo que vende pan y el de la bici, con el periódico. Cada uno tiene su sonido, su silbato, su modo de anunciar la mercancía que lle

Cuando la vida sigue...

A veces, por las noches, me quedo pensando. Me quedo recordando todo lo que tuvo que pasar para que yo estuviera aquí. Me impresiona cómo cada detalle, por pequeño, se fue uniendo a la argamasa para conformar un momento definitorio en mi vida. Cómo las cosas más inesperadas sucedieron para que yo pudiera tomar la decisión de trasladar mi vida a otro cuadrante, otro espacio, un nuevo tiempo. Admito que tengo mi experiencia, que no han sido pocas las grandes decisiones que he debido tomar en la vida, que siempre traté de no precipitarme para procurar hacer todas las consideraciones posibles en caso de esto o lo otro. Pero cada nueva decisión es, a veces, una espina más que se nos clava. Y así, preparada para la herida que veía venir, sin más escudo que mi coraje para tomar la decisión, empaqué una vida y una casa en un trailer y junto con mi auto, los trasladé a más de tres mil kilómetros de distancia. Qué puedo decir de mí-pese a mi buena disposición y enjundia- si hasta el autito ha

Y de nuevo un verano

Me maravilla tener aquí también un espacio en casa para recibir y dar talleres o lecturas, el universo me favorece como siempre, así que a corresponder. El brazo lastimado por cargar cajas de libros sigue con su temblorina y con dolor, espero que el aceitito que me trajo ayer mi amiga funcione y también espero poner más de mi parte para que al fin se cure, ya pasó una semana así. Ayer la patoaventura fue con las goteras, habían venido a taparlas pero con el tormentón parece que más bien aumentaron y se mojó el hornito eléctrico entre otras cosas. Me di cuenta -o mejor dicho recordé- que me asustan los truenos y las tormentas eléctricas pero aquí parecen ser pan de cada día, de modo que habrá que apechugar. La casa poco a poco toma forma, aunque me falta espacio para los libros, quedan cajas y cajas también con material para talleres y arte que debo procurar tener a mano pero aún está difícil. Ya tengo sillón en la sala y puedo ver series en la tele, resguardada por la vela de citro

Igual pero diferente

También aquí transcurren los días cuando las noches expiran. Cada mañana se inunda con la cauda de luz que trae el alba y los distintos pájaros cantan los mismos trinos. Aquí también escucho bocinazos, risas y ladridos, el rumor o el estruendo de la lluvia, el palpitar de la vida que donde quiera se asoma. Sentada ante el bordado escucho mi música de siempre, bajo la misma lámpara encuentro las aventuras de los libros y los retratos eternamente jóvenes me ven ir y venir. Pero este aire es distinto, lejano del desierto que se ha quedado atrás, allá en el norte que quizá perdí para cambiarlo por el trópico. Una vida allá, donde el agua del mar es siempre fría y los atardeceres resplandecen sus colores insólitos por una vida acá, donde respiro el agua y se alojan en los alrededores, en su infinita gama, todos los verdes que es posible imaginar. ¿Y yo seré ya otra? ¿Qué tarde es esta en la que llueve y creo que soy la misma? ¿Cómo es que debo remendar mi corazón que late