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De las sorpresas

A veces me tropiezo. Hoy fue así: al levantarme tenía dolor como de huesos, como de panza, como de no sé qué. Decidí no levantarme porque no tuve de dónde sacar el ánimo. Dormí a pesar de la luz y a media mañana desperté con dolor. Nada, ningún asomo de energía venía a mi encuentro y los pensamientos me aturdieron con su ausencia.
Dolor como de estómago: un té de manzanilla, el té que menos quiero pero veamos si consintiendo a esa parte de mi cuerpo lo recupero un poco.
Intenté con desgano ocuparme de alguna cosa, ya el fracaso al intentar leer los textos para la tarea me indicaba que por ahí no estaba el camino así que me puse a tratar de seguir acomodando la cocina, este espacio desconocido que sigo sin comprender, sin encontrarme en él...
Lentísimas iban escurriendo las horas por la rendija del día lleno de sol a pesar de mis escalofríos y llegó la hora de preparar una comida, algo. Caldo de verduras, será, para que no caiga pesado. Entonces, al buscar el frasco que guarda los diamantinos granos de la sal, me vino toda la nostalgia. Casi no había, me acordé que aquí no he encontrado esas piedritas hermosas que pongo a moler para usarlas en la comida y quise pedirle a mi hija que me trajera... así fue como rompió mi llanto las fronteras: no están cerca ella ni la sal ni todo lo demás que me vi precisada a dejar lejos.

Qué vulnerables somos cuando estamos enfermos, cuando el corazón o el cuerpo nos impiden caminar por el día como si nada, cuando una nostalgia crónica nos pone de frente a una noche larga cuyas horas son inabarcables por eternas... cuando no hay mano amiga ni voz ni abrazo ni cocina ni sal, y sólo lágrimas.

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Sorprendente

Hoy tocó la revisión médica de Paola aquí en Ensenada. Le habían pedido que se hiciera unos estudios para ver las condiciones del hígado y una biometría hemática. Tiene ya casi un mes que le disminuyeron los medicamentos, y en lugar de 39 pastillas semanales, ahora toma nueve. La sorpresa para la doctora y la enfermera que la atienden, fue que los resultados del hígado son normales, y no tiene anemia. Dijeron que en 20 años, es la primera persona a quien se da un tratamiento intensivo por seis meses y además, no aparecen secuelas del medicamento. Sí, sorprendente, pero ¿sorprendente? ¿Y las veladoras con las mejores intenciones que llevaron mis amigas poetas a la Catedral en Oaxaca? ¿Y todas esas energías positivas que desde el fondo de sus corazones me enviaron familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos cuando me veían penando por mi hija? ¡Claro que tenía que resultar! Ahí está ella, la princesa del poema Ojos de veladas lunas, ahora radiante, con más dinamismo y con aspecto ...

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