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Mostrando entradas de 2021

Primera neblina de la temporada

 Mientras leo en la computadora, escucho un ruido como de animal moviéndose. Me llama la atención pero no quiero despegarme de la lectura. Además me encontré un juego y menos caso le puedo hacer a esos sonidos como de pequeños golpes secos y graves. Por fin me harté del juego y al cerrar mi computadora escucho -ahora sí claramente- los sonidos. Sonrío porque me sorprendo: ¡Es lluvia! brevísima, silenciosa. La llovizna es tan fina que lo que oigo son las gotas que se fan formando y escurren de los techos. Por eso lo golpeado del sonido, contrario a esa lluvia sigilosa, encaje de rocío que rodea a la noche vistiéndola de encanto y de misterio, las calles con sus halos cálidos en los faroles, y el corazón, aposentado frente al fuego de un recuerdo.

Corazón que soprende

Nada parecía indicar que algo pasara. Al medio día recibí llamada de mi hijo y al responder me di cuenta de me agitaba al hablar, como que me faltaba el aire. "Quizá me bajó la presión", pensé. Pero vino la hora de comida y así seguí, sofocada. A la hora de merendar comí un tamal y aumentó un incipiente malestar estomacal que había notado. Aumentó mucho, así que decidí irme a la cama y tomarme la presión por lo rara que me sentía. Inmediatamente comenzó un dolor en el centro del pecho, irradiaba hacia todos lados y nunca lo había sentido, muy incómodo. Tomé la presión pero lo que me llamó la atención fue la frecuencia cardíaca: siempre la tengo en 54 y me dicen que es muy baja, pero estaba en 43. Algo no estaba bien. Avisé a mis hijos por mensaje y acordamos que me fuera a las urgencias de mi clínica. Ahí me atendieron en seguida porque ya era noche, no había mucha gente. El médico resolvió enviarme al hospital para que tomaran un electrocardiograma. Así lo hice y la doctora

Palabra de mil picos

 Te busco a ti, palabra,  morada de mi corazón cristalizado. Espero por tu sol, tu viento dulce que derrite al hielo del dolor. Te busco a ti, palabra, laberinto que acoge con ternura, calor que me guarece del graznido  de esta noche sin alas. A ti te busco en el cajón  más negro de mis días, en el momento en que rota me deshojo; busco tu redondez de luna llena, tu voz enmielecida, tus rasgos de rapaz huidizo porque es muy densa la pena que me agobia y alcanza para que se oscurezca mi morada. Mi frente asoma por la reja para saber que estás, estrella,  palara de mil picos que se rompe sobre mi cabeza, confetti de luz que me pronuncia, palabra que redime y me consuela.

Cerrando ciclos... atropelladamente

Hace seis años había terminado el propedéutico de introducción para ingresar a la UNAM y estaba en espera de recibir los resultados del examen de admisión. Llegó mi aceptación y para enero de 2015 ya estaba ingresando a la plataforma para conocer mis materias y todo eso. Vinieron muchísimos días y noches largos y dificultosos debido a mis limitaciones con los programas para hacer las diversas tareas y cumplir con los tiempos de entrega. Mi vida social se redujo considerablemente y debí conformarme con hacer solamente una que otra lectura de poesía, pocos talleres, mantuve mi sala de lectura los miércoles, mi taller de bordado los martes y el Festival Internacional de Poesía una vez al año. Todo con tal de seguir hasta terminar la carrera de Psicología. Y sí, sabía que me tardaría pero a pesar de las dificultades no se me ocurría claudicar... hasta que vino el COVID y dio al traste con cuantos planes hubiéramos hecho. Yo esperaba que la universidad se pusiera a nivel y nos dejara entreg