
El brazo lastimado por cargar cajas de libros sigue con su temblorina y con dolor, espero que el aceitito que me trajo ayer mi amiga funcione y también espero poner más de mi parte para que al fin se cure, ya pasó una semana así.
Ayer la patoaventura fue con las goteras, habían venido a taparlas pero con el tormentón parece que más bien aumentaron y se mojó el hornito eléctrico entre otras cosas. Me di cuenta -o mejor dicho recordé- que me asustan los truenos y las tormentas eléctricas pero aquí parecen ser pan de cada día, de modo que habrá que apechugar.
La casa poco a poco toma forma, aunque me falta espacio para los libros, quedan cajas y cajas también con material para talleres y arte que debo procurar tener a mano pero aún está difícil.
Ya tengo sillón en la sala y puedo ver series en la tele, resguardada por la vela de citronela de los mosquitos que me aterrorizan porque hay dengue.
En unos momentos llegarán los niños y olvidaré que amanecí con la pila muy baja... ayer interpretaron a un cactus, aquí la muestra que les
puse.
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