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Mostrando entradas de agosto, 2019

Balanceo

Una semana difícil, cansada, adolorida, solitaria. Pero no absolutamente. Me rescatan las sonrisas dispensadas, la cantarina voz de una muchacha, la silueta de Bambi recortada contra la ventana observando atenta el vecindario, el mundo. Me rescata mirar estas nubes diferentes, asombrosas, haciéndole su chal a mi volcán, los rehiletes desatados en el balcón cual flores enloquecidas por el sol. Sí, la soledad me muerde a veces, me enferma o me desgasta, no lo niego. Pero adentro, mi corazón me dice siempre "sigue, sigue"...

De las sorpresas

A veces me tropiezo. Hoy fue así: al levantarme tenía dolor como de huesos, como de panza, como de no sé qué. Decidí no levantarme porque no tuve de dónde sacar el ánimo. Dormí a pesar de la luz y a media mañana desperté con dolor. Nada, ningún asomo de energía venía a mi encuentro y los pensamientos me aturdieron con su ausencia. Dolor como de estómago: un té de manzanilla, el té que menos quiero pero veamos si consintiendo a esa parte de mi cuerpo lo recupero un poco. Intenté con desgano ocuparme de alguna cosa, ya el fracaso al intentar leer los textos para la tarea me indicaba que por ahí no estaba el camino así que me puse a tratar de seguir acomodando la cocina, este espacio desconocido que sigo sin comprender, sin encontrarme en él... Lentísimas iban escurriendo las horas por la rendija del día lleno de sol a pesar de mis escalofríos y llegó la hora de preparar una comida, algo. Caldo de verduras, será, para que no caiga pesado. Entonces, al buscar el frasco que guarda los di

Lo mismo pero diferente

A las cinco de la mañana comencé a estudiar en mi cama, como ha sido mi costumbre durante estos años de estudiar la carrera. Ahora mismo interrumpo mi lectura al darme cuenta del hecho de estar en esta misma cama, también al pie de la ventana y escuchando cantar a los gallos como si no estuviera a más de tres mil kilómetros de distancia. Una especie de extrañamiento me invade, me pregunto cómo puede ser tan igual pero a la vez distinto, y reflexiono acerca de lo que soy -de lo que somos- a lo largo de la vida, siempre los mismos pero diferentes. La luz del día viene irrumpiendo discretamente sobre la mañana, ya comienzan a escucharse los ruidos que ahora son novedosos, el llanto del que reza a gritos desde que amanece, el sonido del tren a lo lejos, la campana de una iglesia y en un rato más, el desfile de vida cuando pasen los vendedores ofreciendo sus mercancías. Aquí sigo yo, en mi cama, estrenando mis 64 años lejos de lo que tenía, de lo que tuve por casi tres lustros, sola per