Cuando me recibió yo estaba lastimada de una herida grave que hacía sentir el corazón partido. Llegué a ella como de prisa, como huyendo, como buscando refugio.
Me gustó su luz, sus espacios que se fueron amoldando conmigo. Crecimos en nuestro entorno y se brindó por completo para contener toda la parafernalia de mis múltiples locuras. Siempre ha tenido ruidos raros o ha llamado mi atención tirando cosas. Porque no, las cosas no se caen solas a media noche.
Después de casi una década he decidido cambiar mi rumbo. Ella sabe que se queda, no me la puedo llevar, y su voz desesperada llama mi atención escondiendo las cosas, rompiéndolas, tirándolas." Eres mi casa" —le digo a sus paredes para tranquilizarla— y aunque me vaya me quedo.
Recibimos amigas, amigos y familia. Cocinamos, plantamos hortalizas, cultivamos salvias y vimos florecer nuestras matas, la flor de estrella, la ilusión, los geranios. Nos acogió cálidamente las tardes de bordado, las tardes de lectura con los niños, los Días de Muertos pintando calaveras...
Pero siente el abandono: se van quitando los cuadros de las paredes, se van guardando los libros, se recoge minuciosamente cada prenda, tesoro, herramienta, vajilla, cobija, maleta... ¿cómo no ha de sentir el abandono? ¿Cómo no ha de dolerle sentir que queda sola?
Abrazo sus paredes, qué más puedo. Le susurro que va a estar bien, que va a pasar pronto, que vamos a estar bien...
Me gustó su luz, sus espacios que se fueron amoldando conmigo. Crecimos en nuestro entorno y se brindó por completo para contener toda la parafernalia de mis múltiples locuras. Siempre ha tenido ruidos raros o ha llamado mi atención tirando cosas. Porque no, las cosas no se caen solas a media noche.
Después de casi una década he decidido cambiar mi rumbo. Ella sabe que se queda, no me la puedo llevar, y su voz desesperada llama mi atención escondiendo las cosas, rompiéndolas, tirándolas." Eres mi casa" —le digo a sus paredes para tranquilizarla— y aunque me vaya me quedo.
Recibimos amigas, amigos y familia. Cocinamos, plantamos hortalizas, cultivamos salvias y vimos florecer nuestras matas, la flor de estrella, la ilusión, los geranios. Nos acogió cálidamente las tardes de bordado, las tardes de lectura con los niños, los Días de Muertos pintando calaveras...
Pero siente el abandono: se van quitando los cuadros de las paredes, se van guardando los libros, se recoge minuciosamente cada prenda, tesoro, herramienta, vajilla, cobija, maleta... ¿cómo no ha de sentir el abandono? ¿Cómo no ha de dolerle sentir que queda sola?
Abrazo sus paredes, qué más puedo. Le susurro que va a estar bien, que va a pasar pronto, que vamos a estar bien...
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