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Mostrando entradas de abril, 2019

Cada día, un logro

Al fondo está Orizaba, para allá van mis alas Primero, por abrir los ojos, percibir la luz, comenzar a moverme, tomar mi café matutino y comenzar a configurar mentalmente mi día. Los pendientes, siempre tantos en estos días, las emociones en el sube y baja, el bálsamo para mis oídos que es escuchar a los pájaros mientras estudio, a pesar del radio a todo volumen de los albañiles que construyen atrás de mi casa un edificio que ya no me deja ver el cielo desde mi ventana... Me aferro a cada cosa bella, que aún pequeña, me rescata de la ansiedad que con frecuencia quiere hincarme sus dientes últimamente. Ayer tenía la angustia de no saber a qué casa irme en Orizaba porque mi único prospecto parecía desvanecerse, el dueño de la casa en renta no respondía mis mensajes ni llamaba y eso hacía que mi mente configurara un plan B que sería oneroso y pesado, generando angustia. Esta mañana me mandó un mensaje: "formalizar" el apartado de la casa para que yo pueda rentarla. Esas p

Decir inesperadamente adiós

Llegué a la tiendita de la vuelta para aplicar las inyecciones al matrimonio de personas mayores que me ha pedido esa ayuda. Saludamos y comenzamos a conversar cuando por alguna razón les mencioné que recordaran que ya me voy, que voy a estar aquí hasta mayo. Sus reacciones me hicieron ver que ellos no tenían conocimiento de mi partida: suspendieron de inmediato lo que estaban haciendo, la señora me gritó que si me mando sola, la hija puso los ojos tristes y el señor guardó silencio. De ahí en adelante y por más de una hora intentaron convencerme: de que ellos me adoptan como familia, de que me aprecian mucho, de que vale la pena quedarme, y así miles de razones que a veces se volvían regaños "por ingrata", porque "soy su única amiga" porque ahora quién los va a inyectar... También a mí me tomó por sorpresa ver sus lágrimas y caras largas, sus abrazos que saben a despedida y me dejan ver lo que me espera al marchar.

Cada vez mas cerca... cada vez más lejos

Ayer dije que tengo una rajadura en el alma por donde comienza a entrar el adiós. Mis plantas se están yendo poco a poco, mis libros ya no están en los estantes y de repente no tengo qué ponerme si hace frío: un cuarto está lleno de cajas y maletas y la vitrina del comedor está vacía. También llegaron los cuadros que he pintado y que serán vendidos en una exposición. Avisé a mi casera que me marcho: no hay vuelta atrás. El corazón se me sofoca cuando pienso que cada vez estoy más cerca de ejecutar la decisión que tomé hace poco, precipitada por las circunstancias. A seguir, a comenzar, a tejer  de nuevo redes ahora que hay mucho sol para entibiarse los huesos y el alma, ahora que la vida me dispone otra vez un camino nuevo para que siga averiguando a dónde debo llegar. Aquí dejo esa parte de mí que quiso tomar cada persona que me conoció y me dio la parte de su corazón que su generosidad le dictó. Mis amigas irán a visitarme y les creo no porque me lo digan de consuelo sino porqu

Pulso de pérdida

Esta mañana me asomé por el porche a ver la ciudad que estoy dejando. Las montañas al fondo del caserío y un cielo de nubes deshilachadas me hicieron una punzada en el latido que me dijo"esto dejo". Intenté recuperarme al instante pensando en el agua de los ríos, las cascadas, la cantidad de árboles que voy a ver allá, en mi otra tierra, la que espera. Pero bien sé que estos instantes que he vivido por cientos de días asomada por mi patio para ver cruzar gaviotas o en el porche para ver montañas a lo lejos se me quedan con toda su nostalgia, su sabor a maravilla y sus colores. Afuera está la vida, en la música del radio de los trabajadores que construyen una cosa inmensa justo atrás de mi patio; en los golpeados pasos de los niños que van tarde a la escuela; en las interminables vueltas de los micros que hacen parada afuera de mi casa, en la banqueta donde salen a correr mis perros. Y luego está esta casa con sus espacios luminosos, con sus paredes a las que pinté hojas