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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Esta Navidad

Recordando la infancia de mis hijos. Felicidad y amor para todos

De las fragilidades

Aunque sean avisos o falsas alarmas, hay momentos que nos ponen a pensar en la fragilidad de la vida. No en la frágil vida de los demás, sino en la propia. Siempre he pensado que hay que estar lista en todo momento para emprender el viaje último, que quizá eso sea lo que quite el conocido temor a ese paso. También he manifestado que no entiendo a los demás cuando tienen miedo al sentirse cerca del umbral... Pero cuando soy yo quien siente cosas extrañas en cuestión de salud y el pensamiento que viene a mi cabeza es el de la posibilidad de estar en el lindero, lo que he sentido es eso, un poco de susto. Me pregunté por qué y traté de hacer recuento: no creo tener pendientes, la gente a la que quiero lo sabe, las cosas que he querido hacer las vengo haciendo, voy cumpliendo mis sueños paso a paso y hace mucho que concluí que no cambiaría mi vida porque me gusta ser lo que soy, he venido esculpiendo poco a poco esta especie de flor rudimentaria -pero al fin flor- olorosa y con ci

Tiempo de...

Mucha gente dice cosas lindas de la Navidad: que la cena, que los regalos, que paz y amor y villancicos y Niño Dios y árboles con foquitos... Y me pregunto qué es, cómo se arma este juguete que me llega sin instructivo ni carga tradicional familiar ni nada particular. A mí me pesa la Navidad porque es cuando se nota mucho lo que tienen o no tienen los demás. Me pesa que viene con frío bajo los puentes y en las calles y no trae bebidas calientes para todos. Me pesa que las diferencias luzcan tan grotescas y que, como nunca, mis manos no puedan llegar a todos lados. Y tanto brillo en estos días, entonces ¿nos deja un poco ciegos? Quizá más encerrados en la fiesta propia, natural, aunque muchos dicen que es cuando comparten y eso es bueno. Repartamos nuestra Navidad, nuestro interés genuino por el otro, el migrante que va sobre la Bestia, la mujer que fue atacada, el niño maltratado, los indigentes. Hagamos una pequeña lonchera con nuestra mejor comida y esos grandes deseos de que me

Comienzos y finales...

Bueno primero los comienzos. Puedo decir que pongo palomita a varios de mis propósitos del año, y llevo alguno que otro al siguiente, para seguir cumpliendo... Inicio el estudio a distancia en la universidad, un poco confundida todavía con respecto a los sitios, los enlaces, correos, foros y demás, pero confiando en que aprenderé a manejar todo para bien y para continuar. Finales, porque según el calendario acaba un ciclo, todo es según el color del cristal con que se mire pero en fin, haremos caso de esta última hoja del almanaque para decir que sí, que cerramos otro año de vida, de proyectos, de crecer en amigas y amigos, de encontrar sorpresas en los atardeceres o los amaneceres, de poder continuar disfrutando del café, tan conocido, paladeado y nuevo en cada taza, igual que la vida, antigua amiga nuestra desde antes de nuestros días y durante ellos y aún así sorpresiva y diferente cada vez que la encontramos en la minúscula florecilla que brota de una grieta del cemento como seña

Azul y oro o Relato de un sueño que se hizo decisión

Tenía once años cuando mi padre me avisó que me sacaba de la escuela secundaria aunque tuviera las mejores calificaciones, porque las mujeres habíamos nacido para atender el hogar y lavar los trastes. Me informó que eso haría yo en casa, además de la limpieza y atender a mis hermanos varones. No tengo que relatar mi amargura e impotencia, sobre todo cuando llegaban mensajes de mi escuela preguntando la razón de mi ausencia, y ofreciendo facilidades para presentar exámenes. Pero fue entonces cuando decidí que sí, que había nacido mujer, pero para otras cosas... La vida y mis circunstancias no permitieron que yo fuera a la escuela y mucho menos a la universidad, como siempre había deseado aunque no estuviera segura de qué estudiaría. "Sólo estudiar", decía. Lo que fuera,  me parecía bueno e interesante. Y como no pude hacerlo, me di a la tarea de estudiar por mi cuenta lo que pudiera. Transcurrieron muchos años, crecí a mis hijos, me casé y me descasé y siempre con esa esp

Tocando campanas

Voy como niña tocando las campanas. Ahí te encuentro, en el lugar de siempre, con el color de entonces y de ahora. Porque tengo memoria, porque el azul amanecido de tus ojos me trajo el agua que mi sed buscó... Porque con la distancia no se aparta nada, porque callar la voz no significa olvido, voy como niña tocando mis campanas.