Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2011

Cerramos el año

Mi calendario por fin agotó las páginas de días que contenía. No, no tengo tristeza por esos días pasados y ahora ausentes, tengo la esperanza de las nuevas hojas, los retoños, la futura cosecha. Tengo un balance personal muy favorable: hallazgos inesperados, gratas sorpresas, viajes deliciosos. De las dolencias no me acuerdo porque son cotidianas, y los dolores extraordinarios van sanando. Siempre hay incertidumbre, la curiosidad de asomarse a esa forma incierta del tiempo que viene a llenar nuestros días, esos amaneceres que desconocemos. Cierto, también hay uno que otro propósito para seguir creciendo, para tratar de entender, para seguir dando, que es el modo de volverse rica. Esta casa de letras y vivencias que mantengo abierta seguirá dando cuenta de las pequeñas cosas que acontecen en mi vida y en el mundo que habito, o en los mundos que habito, para seguir registrando los momentos que con el paso de los días pudieran olvidarse y que me gusta compartir. Es mi memoria abierta

Diferente paseo

Ayer, por el frío, me quedé en cama a pesar de que avanzaba la mañana. La tarde anterior había tenido una descompensación que me hizo sentir demasiado cansada y al despertar no me sentía con energía. Pero vino un ángel y con sus argumentos me invitó para salir a dar un paseo ¡en bicicleta!. Para comenzar, no sabía si podría guardar el equilibrio después de que aprendí a andar en bici cuando tenía quince años, y nunca más me trepé en una. Pensé en mi columna pero pudo más el gusanito y nos lanzamos. Valía la pena el paisaje, sobrio pero hermoso, el olor de las plantas, los colores de la mañana. Y haciendo de tripas corazón, y luego de que se me caracterizó como si fuera muy "pro", intenté el pedaleo. Como dicen, es algo que nunca olvidas. Luego de algunos titubeos por miedosa, pude recorrer un tramo del camino donde estábamos. Claro que mi columna me pasó factura, al poco rato tenía dolor intenso pero iba preparada con una pastilla. Ya pasó, ya vi dos cosas: que sí puedo a

¡Una catrina creada para mí!

¿No es hermosa ella? Mi amiga Viki Terrones es una artista que gusta de obsequiar sus obras. Hace dos años me mandó decir que había hecho una Catrina para mí, pero como vivimos lejos, todo ese tiempo duró la obra en sus manos... hasta hace unos días. Al fin pude ir a su taller y conocer su trabajo. Y tuve en mis manos y palpé y aprecié esa delicada Catrina vestida de novia que hizo para mí. Es mucha emoción que una artista como ella haga una obra pensando en mi, me hace sentir importante y comprometida. Aquí se las comparto, ahora otra reina en mi casa, entrando por la puerta grande...

Otro amanecer en casa

Con las secuelas de una convivencia familiar inusitada, el resabio de la fiesta navideña, el cansancio del viaje, los estragos de la comida, la alegría de los hallazgos y regalos... y la esperanza renovada, ya saben que cualquier pretexto renueva mi optimismo a ultranza... Es un amanecer indefinido: la alegría de estar en casa pero la realidad de amanecer sola después de las presencias brevemente cotidianas y queridas, un clima frío que parece helado, unos recuerdos que apenas comienzan a serlo, de tan nuevos. Pero de nuevo aquí, rebuscando las letras debajo de esta música que calma, entre mi edredón de plumas para seguir en las nubes, con mi insaciable sed de café, idéntica a mi insaciable sed de amigas y de amigos, con ecos de la voz de mi hermana, mi madre, mis hijos, mis amores... Aquí otra vez con la puerta abierta de mi casa, para todos ustedes, la puerta abierta de mi corazón y de mis días.

Novedades en casas ajenas...

Se queda una en una casa distinta, con sonidos y olores diferentes, y un poco cohibida  por no conocerla tan de cerca y sin embargo estar ahí metida, sola y a sus anchas... Para apagar al silencio, busco el aparato de radio. Desconozco, entre toda la gama de aparatitos idénticos que veo, cuál será el que me permita escuchar voces o música. Encontré uno que, luego de conectarlo ya que en esta casa tienen la muy saludable costumbre de desconectar los aparatos cuando no se usan, prende unas lucecitas que indican CD... y de ahí o pasa. He oprimido todos los puntos, luces, botones y cuanto he calculado que sirva para poner el radio y nada... Y esto fue luego de usar la computadora prestada de la casa, en la que nomás no hubo modo de poner radio por internet, ya saben que estoy prendida de PlayMistyForMe y eso tampoco pudo ser porque no supe cómo rayos hacer que sonara la computadora, que es absolutamente muda. Entonces me resigno y pienso que bueno, quizá un poco de tele no me descomponga

Reunión casera

En mi casa, que es la de todos. Las amigas quedaron de llevar alguna cosa: ensalada, postre, ponche... llegaron las primeras, muy puntuales, y empezaron a circular los exquisitos mezcales de Oaxaca... Al segundo recordé que tenía que hacer la pasta y me levanté a ponerla a cocer. Llegó más gente, servimos más mezcal. La casa calientita con velas encendidas y afuera la lluvia, las que iban llegando entraban mojadas. Mayor razón para darles mezcal. Laura me estuvo asistiendo para hacer la pasta y llevarse la receta que me enseñó otra amiga poeta de Uruguay. Yadi dispuso su hermosa ensalada en una fuente y al cabo, cuando estuvimos completas, ¡a cenar! con la mesa llena de dulces que tenían los aguinaldos que repartí y que se acostumbran allá en mi tierra en canastitas de palma o de papel, pero en este caso fueron de palma porque yo tenía unas y mi amiga Deyanira Masterreiki me regaló otras ahora que nos vimos en Orizaba. Estuvimos recordándola, incorporándola a nuestra reunión, seguro

Caminando con los ojos cerrados

Para Norma Durand y Fausto Mayoral Ladeo la cabeza para oír mejor: un pequeño susurro puede guiarme. Mis manos extendidas son antenas en espera de  texturas, arrugas, aristas, ventanas que den al viento, balcones que apunten al sol. Las plantas de mis pies perciben rugosidades en el piso, piedras pequeñas como botones que cierran bolsillos de banquetas, fracturas que parecen abismos, desniveles... Mi nariz ávida otea, aspira los aromas que me guían más allá de las fronteras. Detrás de mí la luz, pero también dentro de mí, en este corazón con ojos que al final de las oscuridades siempre encuentra, alumbra y se enamora...

Apuntes en un cuaderno viejo

Sábado 9 de julio de 2004 Lecture Department. Collage. Liz Durand Así comienza un día: con el sonido sordo del ventilador y la ventana encandilada. Afuera bufa el camión de la basura. En su caja duerme la gatita, esa pelusa huérfana que recogimos y no quiso morir al pie de un árbol, que llora con modestia porque ya está enterada de mucho a lo que no tiene derecho... Afuera de las sábanas mi cuerpo para empezar el día, como si no hubiera cambios ni estuvieran a novecientos kilómetros mis cosas y mis libros, mis amigas, un hijo y una historia. Comienza con el antojo de un café, los gorjeos del verano, voceros de la próxima canícula -Dios nos agarre confesados- y la presencia contundente del sol en este nuevo lugar. Una ciudad es todas las ciudades y aquí también hay tulipanes frente a mi ventana. Sé que faltan las piedras, los faroles, que las iglesias son distintas. Pero al final, después de tanta maleta y despedidas, pongo los mismos discos, escribo en mi libreta y me procuro un

La poesía de la cocina

Blanco destello en la cocina deja salir al sol cuando se rompe. Un ariete de pan desparrama untuosa yema, tesoro matinal que me hace el día.         Recelosa, contiene sus jugos la naranja, que despide su aroma mientras la desgajo y sus olores se abren como pétalos cuando entran al jardín de mi boca.          De pronto una ráfaga amarga, un olor ofensivo y en mi lengua las agujas de una medicina casi rompen el éxtasis de mi desayuno.           La exótica canela me rescata: a punto de romper hervor, el agua recibe una varita que derrama olores como incienso. Tenue color en la taza, y en mi boca, sabores de la infancia.

Una vajilla al fin

Debo haber tenido veintipocos años cuando por primera vez me enamoré de esas imágenes contenidas en las vajillas que pintan a mano nuestros artesanos... Pero entonces, y por mucho tiempo, no podía hacerme de una porque había que tener dinero para colegiaturas, pediatra, transportes, comida, renta y todo lo que implica crecer a una familia. El caso es que el año pasado tomé la decisión de encargarla, y con la infinita paciencia de una vendedora en línea estuve intentando armar algo que pudiera yo pagar: ¿y si cambio la taza? ¿Y si mejor sin plato? ¿Y si menos piezas?... En fin, luego de armar y desarmar para ajustarme a un presupuesto, que aunque no sea extraorbitante siempre depende del bolsillo de donde salga, la encargué y me pusieron en la lista de espera donde me correspondía, pues muchos extranjeros piden estas vajillas. Luego de unos meses, me informaron que ya podía recogerla... en el DF. Mi hijo pasó por ella y la tuvo hasta hace una semana, que al fin la envió por Estrella B

Aquí comienza la lluvia

Tímidamente, diría yo, pero constante. No tiene la gran voz de los aguaceros de mi tierra, el ímpetu rugiendo por las calles o veredas en los bosques. Pero en cambio su murmullo arrulla, nutre, consuela de la sed a esta tierra reseca y poco verde... También provoca a buscar el calorcito, meter la cara en el vaho del café, encender velas, comer con los amigos alrededor de la mesa. ¡Ah, la lluvia!, siempre vida, siempre en mi vida.

Potty encontró su hogar...

Las redes sociales, virtuales o no, cumplen sus funciones y así es como Potty, luego de permanecer en mi casa por una semana mostrándome lo que es un gato, algo con lo que nunca había yo tenido mayor contacto, y desparramando su belleza a cada paso, ha pasado ya la noche en su nuevo hogar. Decía que gracias a las redes sociales porque por ese medio solicité el albergue para la gatita, y en dos días Laila se comunicó con mi hija y proporcionó los datos de la nueva feliz mamá de Potty. Me quedo con el intenso brillo de sus ojos verdiazules, la suavidad de su pelaje deslumbrante, sus exigentes maullidos, su curiosidad infantil. Se lleva, naturalmente, mi corazón.

Calma, calma...

Estoy en los Quinientos Escalones, en Orizaba, Ver. y la idea era "No tengo prisa"... con decirles que todavía no llego!!!