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Mostrando entradas de mayo, 2019

Casi despedida

Las paredes están desnudas. Heridas y cicatrices por los clavos y repisas es lo que está dejando mi estancia de tantos años. Entre la pintura y los ladrillos algo habrá que quede, algo de la alegría y la paz con que viví adentro de mi casa. Su energía clara y reposada la instalé antes de empezar a trasladar mis cosas, cuando venía yo misma con un corazón ajado buscando restablecerme. Aquí sería el rincón donde lamiera mis heridas y aquí sané y descubrí todavía más de mí, otras mujeres que habían estado escondidas y que fueron floreciendo lentamente para irme completando. La vida siempre ha sido generosa, el universo me ha provisto de cuanto he necesitado, sobre todo porque sé que no se necesita mucho -hablo de cosas-. Así que toca agradecer esta estadía, estas paredes con su hermosa luz al atardecer, este espacio acogedor que ha recibido tantas risas y buenos ratos, tanta gente amiga,  niños encantadores que se fueron convirtiendo en adolescentes, libros y libros adquiridos, comparti

Asomo

Estoy asomándome a otra punta de la vida. Desde aquí la luz es apenas incipiente y misteriosa. Cuido de llevar conmigo las herramientas que puedan hacer falta: los abrazos, la memoria, la experiencia que habrá de orientar futuros pasos. La luz es diferente aquí, en este primer día en el que al fin comienza la cuenta regresiva. Tenía rato que no daba así el sol en las paredes de esta casa que se va desmantelando con mi ausencia. Ya me responde el eco, se apagaron sus lámparas y están desnudas sus paredes. Bambi está desconcertada, también está perdiendo sus rincones favoritos y sus muebles, su mirada me interroga todo el tiempo queriendo saber qué estoy haciendo, qué nos estoy haciendo... Estoy asomándome a otra punta de la vida.

Antes de irme

Hoy fue la fecha que elegí para irme a despedir de mi madre a Tijuana, antes de irme a vivir a mi tierra. Me acompañó mi hija. No quise que se percibiera el aire de la despedida, así que hice lo que siempre cuando la visito, y fuimos toda risa y pláticas, comimos, tomamos cafecito y le pedí que nos mostrara sus dibujos de los cuadernos. Arranqué varias hojas con su consentimiento y la promesa de montarle una pequeña exposición cuando ya esté en mi casa. Pero las horas me fueron cercando y teníamos que regresar. La abracé diciéndole que la voy a estar llamando y que no me olvida en sus oraciones y bendiciones. Cuando la abracé, temblaba. La sentí como una niña a punto de quedarse sola y me salí de prisa al auto para que no viera las lágrimas que se empeñaron en salir a relucir por más que quise evitarlo. No nos hubiéramos despegado si abiertamente nos hubiéramos abrazado a llorar juntas. No sé si estuvo bien o mal, sólo quise evitar un momento muy doloroso. Las lágrimas siguieron por

Nada tiene ya lugar

Se me fueron las horas. Se despeñaron desde la repisa en donde estaba el reloj. No importa el tiempo pero sí la prisa, los apuros para encontrar los objetos que serían herencia para los amigos. El café ahora lo tomo en lo que encuentro, mi pequeña taza para expresso desapareció en el barullo del embalaje. Desde algún rincón oscuro, las tijeras se burlan de que las ande buscando, como la chamarra que metí en alguna valija pensando que estoy en primavera. De pronto se me ofrece buscar un libro y me viene una especie de mareo ¿dónde están todos, qué rebelión es esta?  Por supuesto que tampoco tengo a mano las grapas para recargar mi engrapadora y si hablara en voz alta, el eco me respondería dándome un susto. Me siento el Pípila cargando esta pesada losa del adiós a mis espacios, a las voces, los abrazos, caminos, hallazgos, tesoros, encuentros... Voy buscando otras rutas, otros vuelos, pero ¡ah, mi mente, mi mente que no está ni aquí ni allá!

Abandono

Cuando me recibió yo estaba lastimada de una herida grave que hacía sentir el corazón partido. Llegué a ella como de prisa, como huyendo, como buscando refugio. Me gustó su luz, sus espacios que se fueron amoldando conmigo. Crecimos en nuestro entorno y se brindó por completo para contener toda la parafernalia de mis múltiples locuras. Siempre ha tenido ruidos raros o ha llamado mi atención tirando cosas. Porque no, las cosas no se caen solas a media noche. Después de casi una década he decidido cambiar mi rumbo. Ella sabe que se queda, no me la puedo llevar, y su voz desesperada llama mi atención escondiendo las cosas, rompiéndolas, tirándolas." Eres mi casa" —le digo a sus paredes para tranquilizarla— y aunque me vaya me quedo. Recibimos amigas, amigos y familia. Cocinamos, plantamos hortalizas, cultivamos salvias y vimos florecer nuestras matas, la flor de estrella, la ilusión, los geranios. Nos acogió cálidamente las tardes de bordado, las tardes de lectura con los n

Cansancio

Soy un ancla cansada, la tormenta me sacude y el herrumbre se hace arena, se desparrama por todas esas rutas a donde debo llegar. Soy un ancla cansada la fuerza de estar de pie me vuelve frágil me azota en pleno corazón me debilita el pulso de las esperanzas. La vida está levando anclas: iré a navegar por otras aguas renovada y fuerte después de la tormenta.