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Mostrando entradas de 2020

Cartas a los Reyes

Cuando niña nunca supe nada de Santa Claus, sólo conocía de los Santos Reyes. A nosotros no nos traían nada, la verdad es que no se nos decía por qué razón pero en todos lados escuchábamos que si no te portas bien no te traen nada. Así que como era lo que siempre nos machacaban nuestros padres, pues ya qué, quizá un poco resentidos nos conformábamos pensando que era nuestra culpa.(Pero no, ya lo sé, porque SIEMPRE intentamos ser buenos). Al menos a otros niños les traían juguetes que nos gustaba mirar y en algunos casos hasta nos invitaban a jugar con ellos, como el caso de Carmelita que vivía frente a la casa de mi abuelo y me invitó a a estrenar su juego de té. Era muy linda su casa, no había yo visto otra igual, con muebles bellos y finos, y su mamá hermosa y amable nos llevó galletitas para el té, fue inolvidable porque en aquel tiempo recién sacaron los juegos de té que parecían juegos de plata y bueno, nos creíamos las grandes personas tomando el té en aquella casa cálida, acoged

Pero café, siempre café... bordando

  Como buena veracruzana de Orizaba, y como todo ciudadano del mundo, el café es para mí una opción permanente: para el frío, para el calor, para la pena, para el dulce, para la amiga, para la familia, para el difunto, para todo pues. Tomar café bien merece, además de tu ritual de molido y preparado,  ser servido con gracia, en homenaje a lo que rinde. Además, las tardes bordando con las amigas, con la familia o en soledad proveen, junto con una taza de café, gratísimos momentos en los que la música o el silencio nos llevan a la evocación, a las memorias, al contacto interior. Por esas y tantas razones, aquí mi bordado en honor del café.

El año del Covid 19

A bote pronto, en una de esas noches donde la oscuridad es todo lo que se respira y salen borbotones de palabras mojadas, asustadas... Soy una lágrima en cada uno de mis dedos, En cada parte de mi cuerpo soy un llanto. Miro correr la vida hacia la muerte: como en la guerra, el parte va   indicando las ausencias, él, aquella… Inédito pensar en un futuro ciego la vida de los hijos vulnerable el llanto de los huérfanos aislados el silencio de todos los adioses que nunca se esperaron ni dijeron. La zozobra encapsula los latidos y el miedo hinca sus colmillos en el sueño. Imposibles cascadas y paisajes, rebaños, flores o parvadas: hay demasiadas cruces. En el silencio de las calles se adivina el rezo y se cuentan por miles los crespones. Las paredes ahora tienen ecos, de tan solas; el comedor se sobresalta cuando cae la cuchara, hablar es un esfuerzo para romper la inercia de la viudez de todos los sonidos que se han ido: no hay risas en la escuela, no hay música en el parque y hasta los pe

Nuestros fieles difuntos

 Ahora los recibo en Orizaba, tierra de varios de ellos: mis abuelos, mis tíos y tías, mi hermano Jared. Recién se unió a ellos mi querido amigo Pedro y así fue que al medio día toqué la campanita para llamar a cada uno, las velas estaban encendidas y el camino de pétalos dispuesto, al igual que la salvia quémandose. Y así más tarde me dispuse a comer un mole acompañado con mezcal, brindé con ellos y les agradecí estar presentes siempre, y dicen que a las siete comienzan a regresar asi que como al rato hay bordado de una vez nos vamos despidiento... hasta siempre, fieles difuntos, el próximo año si estamos por aquí volveremos a encontrarnos... y si estamos por allá también.

¡Sorpresa sorpresa!

Sí, ya sé que mañana me inscribo al último semestre de la carrera y que tengo que estructurar mi documento recepcional y todo eso... pero verlo ya tangible en una hoja de papel que me mandó mi directora, es otra cosa. Desde que abrí el documento se me aceleró el corazón y no me para, y ando con un nudo en la garganta. Cuando era niña y leía todo lo que encontraba que tuviera letras, me di cuenta de que ir a la Universidad era algo muy importante,  porque se aprendía no sólo la carrera que uno eligiera, sino muchas otras cosas que iban formando a las personas con una conciencia del mundo y de sus semejantes y así, según las conversaciones que leía. Además me daba cuenta de que los universitarios inspiraban mucho respeto, y eso era algo que definitivamente yo necesitaba. Sin embargo, apenas terminada la primaria mi padre me retiró de la escuela, lo que seguía sencillamente no era para mujeres y debería ocuparme de la casa y atender a mis hermanos. Claro que tuve que obedecer a regañadien

Visita al hospital

Llegué a la zona en donde están los pacientes en recuperación que pueden recibir visitas. Una señora tipo costeña sentada en su cama conversaba con otra acerca de una enferma que al parecer ya no estaba, comentando lo que le platicaba. La que escuchaba le pidió detenerse un momento para traer a los críos y que la oyeran. Vi que la enferma ponía la misma cara de sorpresa que yo pero la mujer ya había salido en busca de las criaturas. De regreso le pidió que pormenorizara su relato y así comenzó de nuevo la enferma… el niño tiraba de la sábana… ¿cómo fue que dijo ella, qué le contó? ¡escuchen niños! La niña pellizcaba los pies de la enferma, quien a manotazos trataba de alejarla… la encargada de los niños como si no los viera, sólo se ocupaba de mantener hablando a la enferma… los niños se fueron a otra cama y vaciaron un vaso de agua encima de de la cama…  Yo me di la vuelta para visitar a otra enferma; estaban unas extranjeras de visita también y a punto de retirarse como yo. Comencé a

De paseo con la Chamana

 Mi amiga Graciela vino por mí para salir de paseo. Trepamos a su pickup azul y nos lanzamos por un camino pedregoso que se fue haciendo cada vez más difícil de transitar, hasta que ya no pudimos seguir. Era pasado el medio día y hacía calor, cosa que a ambas nos incomodaba. Le dije a la Chamana que yo conozco un parque donde hay mucha sombra, pero por lo mismo seguro habría mucha gente. No quiso ir y como ya hacía hambre, regresamos a mi casa. Bueno, a ese lugar en donde vivo: parece más una bodega, con pilas de ropa sucia amontonadas en el piso por todo lado y unos cuantos muebles, entre ellos un refri desvencijado pero funcional. El día anterior había salido a comprar comida y no había probado una sopa que me dieron de cortesía por introducción en el restaurante, así que fue lo que ofrecí a la Chamana, a quien por cierto creo que no le gusta la sopa. Mientras se calienta y viendo que Bambi no puede echarse en ninguna parte, busco algo que le sirva de tapete pero todo lo que hay de r

¡Ya es hora!

¡Ya es hora! ¿de qué? ¡de cumplir 65! Así, casual, como que no quiere la cosa vamos iniciando otra de estas vueltas al sol que han traído siempre de todo como en botica. La idea es quedarme con todo lo bueno, alegre, bondadoso, alentador, lo que enseña y nutre. Aprender a guardar lo que me fortalece, lo que me hace seguir; conservar esa curiosidad que me lleva a asomarme por todas las ventanas, lo que me hace suspirar y enmudecer, Aquí los guardo a todos, mis amigas, mis amigos: todos son mi familia y mis pilares, maestros y cómplices de ayer, de ahora, de siempre. Gracias vida, gracias Dios por toda esta ternura que sostiene mis huesos, por esta fuerza que me impulsa los pasos a pesar de todo, por la alegría que estalla como las pompas de jabón que lanzo por mi balcón cada que puedo, por estos insólitos hijos que me tocaron, tan maravillosos. En fin, porque el amor siempre ha estado sin parar, tocándome la puerta aunque me sienta sola.

Otros tiempos, nuevos tiempos, más tiempos...

     Quién pudiera decir algo acerca de esto que vivimos: tiempos de contingencia, de pandemia, de aislamiento y por desgracia de miedo. Vamos como los ciegos dando tumbos por cada día nuevo, diferente, tratando de insertarnos a esta llamada nueva normalidad que nos toma por sorpresa y a la que con tanto trabajo nos acercamos. Nos preguntamos cómo será el futuro, cuándo volveremos a reconocer un rostro en la calle si solamente vemos cubrebocas. Nos preguntamos cómo van a crecer los seres que recién llegan, sin el acercamiento y el abrazo y tanta calidez que acostumbrábamos si vemos cuánta falta nos hace luego de pasar estos meses encerrados y aislados.      Nuevos tiempos y nosotros tratando de aprender a incorporar los nuevos accesorios: gel de alcohol, mascarillas, cubrebocas, atomizadores, cloro, desinfectantes, sana distancia... nuevos tiempos en los que en los restaurantes y en todo lugar se siguen nuevos detallados protocolos para  evitar contagios, la afluencia se reduce notable

Tiempos que llevamos dentro

Hace unos meses mi "cuñado" comentó que encontró entre las cosas que su mamá tenía guardadas, una caja de copas que él no recuerda haber visto antes. Yo sí las conozco y le pedí que me regalara unas porque con mis dedos malos he andado haciendo quebradero y medio. La semana pasada me llegaron diez copas, son de las que rentaban para eventos. El vidrio es bastante grueso comparado con las actuales, y son pequeñas porque no son para vino, son como para martinis. La historia de esas copas es que el padre de mi "cuñado" prefirió comprarlas porque salían menos caras que rentarlas. Y la ocasión, en aquel año 1973, fue la boda de su hijo mayor conmigo. Tooooodos estos años después, cuando cada elemento de aquella pareja ha hecho de su vida papalotes cada uno por su cuenta, yo me pongo un poco reflexiva en cuanto me preparo una mimosa: ¿podría ser una de éstas aquella en la que brindamos hechos una burbuja de alegría y de ilusiones? ¿cómo era aquella muchacha de 18 pon

Paisaje de ventana

En la vorágine de encierro inusitado me visita la sal de cada día asomada a un paisaje de ventana. De verde tierno siembro las mañanas atrapando suspiros de sol y agua. Espero cosechar un tiempo nuevo donde pueda vivir sin otras manos y donde la memoria del abrazo será el tesoro que dispare el día.

Aniversario

En unas horas hará un año que llegué a Orizaba cargando mi casa y mi auto empacados en un tráiler, luego de muchísimas dificultades para salir de Ensenada y de una travesía de una semana. Apenas puedo creer lo que hice, me parece tremendo esfuerzo pero recuerdo que decidí hacerlo "mientras todavía podía". Los motivos fueron lo suficientemente fuertes para que yo emprendiera semejante viaje. Un viaje como el de la vida, que no ha terminado de mostrarme todo lo que puedo hallar. Hace un año venía un poco rota, un poco triste, muy ansiosa, con esperanza y como tantas otras veces, con la respiración contenida como cuando te preparas a saltar. Extraño a mi pandilla, mi bola de amigas y amigos con quienes hacía tantas cosas. Aquí sigo aislada y desconocida, sin actividad, y con la contingencia y el aislamiento se empeora el panorama. Ahora estoy -si no sucede otra cosa catastrófica- a un semestre de terminar la carrera. Hora de pensar en un nuevo devenir en mi vida, de constru

Visita al hospital

Llegué a la zona en donde están los pacientes en recuperación pueden recibir visitas. Una señora tipo costeña sentada en su cama conversaba con otra acerca de una enferma que al parecer ya no estaba, comentando lo que le platicaba. La que escuchaba le pidió detenerse un momento para traer a los críos y que la oyeran. Vi que la enferma ponía la misma cara de sorpresa que yo pero la mujer ya había salido en busca de las criaturas. De regreso le pidió que pormenorizara su relato y así comenzó de nuevo la enferma… el niño tiraba de la sábana… ¿cómo fue que dijo ella, qué le contó? ¡escuchen niños! La niña pellizcaba los pies de la enferma, quien a manotazos trataba de alejarla… la encargada de los niños como si no los viera, sólo se ocupaba de mantener hablando a la enferma… los niños se fueron a otra cama y vaciaron un vaso de agua encima…   Yo me di la vuelta para visitar a otra enferma, estaban unas extranjeras de visita también y a punto de retirarse como yo. Comencé a buscar en

Tiempos de coronavirus

¿Qué nos trae este monstruo terrible cuyo solo nombre nos pone a temblar?  Nos deja estos días viviendo en el temor, la incertidumbre o para muchos la frustración y la angustia de no saber cómo se irán a vivir los días que faltan cuando no se trabaja ni se tienen reservas, como nos pasa a tantos. Y le sigo dando vueltas a lo que quiero decir porque no es fácil desenredar el pensamiento que se teje alrededor de este mal. Estoy sola, encerrada. No tengo un alguien a mi lado para compartir la incertidumbre, para hablar, acompañarnos, alentarnos. Así estamos muchos y no sabemos si eso es peor o mejor o da igual. En las redes sociales circulan videos en donde animales que incluso se creían extintos aparecen por las calles de ciudades desiertas, nadan en las albercas, se meten a los patios, al mar, a las tiendas con actitud confiada y de asombro, explorando por primera vez el territorio alterado que les arrebatamos, y aparecen en los cielos aves que no se habían vuelto a ver. ¡Qué dic

Incertidumbres

Heme aquí, con sueño y sin poder dormir, quizá como tantos otros que por primera vez en mi historia, se estarían desvelando por la misma razón que yo: la incertidumbre, la poderosa e inquietante idea de estar en un umbral desconocido. Me pregunto entonces, dadas las condiciones de la pandemia que padece la humanidad y en estos momentos nuestro país a punto de entrar en la Fase 3 de la contingencia por causa del Coronavirus, si debería seguir haciendo las tareas, si valdrá la pena continuar como si nada o como si viéramos que en el futuro vamos a seguir aquí haciendo las cosas de cada día y recordando que antes de esto éramos unos y después seremos otros, aunque los mismos. Me pregunto si no será más bien absurdo pensar en entregar proyectos, buscar instrumentos de medición para saber si los taxistas tienen ansiedad o las personas obesas tienen la misma calidad de vida de quienes no lo son... o sería mejor tomar de nuevo mis pinceles, seguir acomodando mi costurero, continuar bordando

Vero

La primera vez que supe de Vero fue porque su madre, compañera mía de trabajo, me platicaba todas las que pasaba por esa hija que en un diciembre, cuando tenía 17 años había tenido un accidente que la dejó inválida. Toda la estancia en el hospital, la manera en que tomó la noticia, el modo como se recuperó y adaptó luego de un largo y penoso proceso. Como mi amiga y yo nos hacíamos más cercanas, ella platicaba también de mí en su casa, y al poco rato Vero me hacía llegar unas cartas en las que decía cómo me imaginaba y me decía que sentía que era mi hermanita y esperaba que nos conociéramos. Los duros tiempos que vivíamos para sacar adelante a nuestras familias nos impedían vernos porque vivíamos en lugares muy alejados en el DF. Pero mi vida cambió para bien y al fin pude acordar con mi amiga una visita en su casa, una noche de viernes en una reunión, porque ellas todas eran muy alegres y en su casa siempre había música y baile. Cuando llegué a su casa mi amiga no había llegado de

Cuestión de hermanas

Pues llegó hace varios días, no sé cuántos porque nunca son bastantes, y esta mañana cruzó la puerta para irse a abordar el autobús que la lleve a su hogar. Sensación ambigua en su despedida: siento que me quedo solísima pero siento que me quedan muchas cosas: su inapreciable risa, su modo de ser tan cercano y transparente, su cariño inmenso, su complicidad y empatía... La vida nos había hecho pasar mucho -demasiado- tiempo lejos, con miles de kilómetros separándonos, y ahora por fin estamos cerca. A retomar rutinas, voces, dichos, gustos, dolencias, penas y alegrías. A seguir viendo a la niña a quien me pusieron a decidir su nombre cuando tenía yo once o doce años y vi crecer creciendo juntas. La hijahermana que fuera mi primera muñeca. "Hasta pronto" es una frase que me sabe deliciosa, algo que me va haciendo entender que no, ya no estoy lejos, ya tengo aquí este espacio en donde caben siempre todos y todas mis hermanas, las de elección y las de sangre. Febrero empieza