Se me fueron las horas. Se despeñaron desde la repisa en donde estaba el reloj. No importa el tiempo pero sí la prisa, los apuros para encontrar los objetos que serían herencia para los amigos.
El café ahora lo tomo en lo que encuentro, mi pequeña taza para expresso desapareció en el barullo del embalaje. Desde algún rincón oscuro, las tijeras se burlan de que las ande buscando, como la chamarra que metí en alguna valija pensando que estoy en primavera.
De pronto se me ofrece buscar un libro y me viene una especie de mareo ¿dónde están todos, qué rebelión es esta? Por supuesto que tampoco tengo a mano las grapas para recargar mi engrapadora y si hablara en voz alta, el eco me respondería dándome un susto.
Me siento el Pípila cargando esta pesada losa del adiós a mis espacios, a las voces, los abrazos, caminos, hallazgos, tesoros, encuentros...
Voy buscando otras rutas, otros vuelos, pero ¡ah, mi mente, mi mente que no está ni aquí ni allá!
Comentarios
nuestra esencia permanece,
los buenos recuerdos permanecen
los malos a la basura deben ir .
Me inspiro su poesìa , continue escribiendo.