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Mostrando entradas de septiembre, 2019

También una se llueve

Días así, extraños, con emociones intensas por cualquier cosa, el llanto presto por si vuela la mosca, la sensación de soledad, de incertidumbre en un momento y al siguiente la gratitud por delante, ancha y cálida, genuina. Trastornos de la edad, del género, del cuerpo, del alma, del espíritu, de todo un poco pero el caso es que se llueve una, se empañan las ventanas de los ojos, se nublan el presente y el futuro -que de por sí se ve poco- se encogen los huesos y se estiran los tiempos, se tiene pereza por las cosas prácticas, cae el sueño que es más un sopor sobre los párpados, se sobresalta el cuerpo con los ruidos, se aprovecha la lluvia de afuera para lloverse adentro, se abraza una a lo que sea, se adhiere a los recuerdos, se busca alguna mano, una palabra, una caja de fotografías, un aroma, un tono de voz, un platillo favorito, cualquier cosa que ancle y deshaga el hechizo, cualquier cosa que pueda retirar a una de ese espacio denso y la coloque sentada a la mesa departiendo, co

Tlaxcala

Siempre he sido bendecida y me alegro de poder darme cuenta. Todo eso que creen mis amigas que es mérito propio no es más que lo que he recibido y comparto. Esta vez mi amiga poeta Isolda Dosamantes me invitó a exponer en la Galería Casa de la Nube que dirige en Tlaxcala desde el año pasado y por fin llegó la hora. Parte de la obra la comencé en Ensenada pues decidí preparar veinte piezas para la exposición. Como a mitad del camino me agarró la movedera de la mudanza, no alcancé a terminarla y debí concluirla en Orizaba. Como quise exponer mi mezcla de técnicas para insertar el bordado, que es algo tan cercano e íntimo para mí, sentí que en cada papel o retazo estaba quedando el tumulto de emociones que me embargaron al dejar una vida en un lugar para llegar a recomenzarla en otro. Quizá eso fue lo que la gente percibió cuando la vio, porque el recibimiento fue espléndido y vendí varias obras. Los comentarios fueron generosos y cálidos, me hicieron sentir que efectivamente, habían e

Los días sorprendentes

De repente pasa así, llega un día en que las cosas cambian y las rutinas se convierten en algo ajeno para dar paso a las sorpresas gratas y a días más felices. Su presencia trajo ese aroma conocido: el cariño de siempre, la alegría constante. Unas cuantas horas de espera en Puebla y al siguiente momento ¡ahí está ella! radiante y hermosa como siempre, ¿más amiga que nunca o tan amiga como siempre? Ambas cosas, supongo: la amistad es así. Hora tras hora en estos días, hemos compartido sorpresas, lugares, cosas y sabores experimentando intensamente cada una con la inmensa dicha de compartir. Porque recién escuché o vi por ahí que lo que uno da es la única cosa que crece al compartirse. Trajo además hermosos anturios a la casa, ella que tanto sabe de flores y de plantas, mi maestra cada que descubre flores que aquí brillan tanto como las de su niñez y me indica sus nombres, cómo es que crecen, cuánto le gustan... A cada paso va encontrando retazos de su infancia ¡qué increíble! la ave