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Mostrando entradas de febrero, 2014

Sala de emergencias

Otra sala, otro hospital . Pero la misma humanidad dolida, frágil. Familiares rendidos por el sueño y el cansancio atiborran los pasillos. Algunos con más suerte se han tendido a dormir en las sillas de espera, pero otros son vencidos en el piso. El cansancio, pero también el miedo y el dolor hacen presa de ellos. No hay descanso ni silencio a las tres de la mañana en este sitio. Con el ruido de las voces se deja oír también el ritmo pesado del sueño en esas respiraciones que se han dado una tregua para huir a otro espacio donde no hay enfermedad ni espera. Algunos otros rezan en voz alta refugiadas en esa fe que más que nunca sale de todos los rincones donde se encontraba, quizá olvidada. Otros tienen biblias e la mano y otros más se refugian en el espacio virtual de sus teléfonos para estar también en oro lado y no mirar que junto está alguien que pena, alguien que no sabe qué hacer o desespera, caras agotadas y miradas enrojecidas, pies hinchados, comida chatarra, lucha por una s

La voz del río

Miro el paisaje con mis ojos de agua mi rumor de piedras; allá está la raíz de  mis amigos; acá las rocas acunando musgo. El infinito azul me vuelve espejo y las aves me hacen bebedero. Las niñas tiran flores por la tarde esperando que recoja sus tristezas. Seguir, seguir sin detenerme, tumbado sobre rocas, horadando la tierra, llevando este murmullo, vida y fuerza abran paso, recojan en sus cántaros lo que puedan de mí, mojen sus danzas entre mis orillas depositen barquitos de papel cuiden sus niños; no me asfixien con sus obras, no encierren mi curso, no desvíen mi voz. Que soy un rÍo que fluye, que siempre va hacia el mar y no se queda, no se echa por las tardes a contemplar el sol, va siempre a la carrera, no importa si la luna... Que soy un río que pasa, que deja su rumor afuera de las casas entre bestias, entre bosques. Pero qué tal si no soy yo quien pasa, son todos esos pasos que no pueden quedarse, esas