También aquí transcurren los días cuando las noches expiran.
Cada mañana se inunda con la cauda de luz que trae el alba
y los distintos pájaros cantan los mismos trinos.
Aquí también escucho bocinazos, risas y ladridos,
el rumor o el estruendo de la lluvia,
el palpitar de la vida que donde quiera se asoma.
Sentada ante el bordado escucho mi música de siempre,
bajo la misma lámpara encuentro las aventuras de los libros
y los retratos eternamente jóvenes me ven ir y venir.
Pero este aire es distinto, lejano del desierto que se ha quedado atrás,
allá en el norte que quizá perdí para cambiarlo por el trópico.
Una vida allá, donde el agua del mar es siempre fría
y los atardeceres resplandecen sus colores insólitos
por una vida acá, donde respiro el agua y se alojan en los alrededores,
en su infinita gama, todos los verdes que es posible imaginar.
¿Y yo seré ya otra?
¿Qué tarde es esta en la que llueve y creo que soy la misma?
¿Cómo es que debo remendar mi corazón que late pleno?
Soy esa niña que se asoma por las ventanas de la cuadra
y en los rincones encuentra restos de memorias, de aromas, de reflejos,
pero no diferente de la mujer que llega para mirar con ojos nuevos
los lugares de la infancia, buscando sus iniciales en los árboles.
La vida teje sus hilos urdiendo mi destino:
igual pero diferente.
Cada mañana se inunda con la cauda de luz que trae el alba
y los distintos pájaros cantan los mismos trinos.
Aquí también escucho bocinazos, risas y ladridos,
el rumor o el estruendo de la lluvia,
el palpitar de la vida que donde quiera se asoma.
Sentada ante el bordado escucho mi música de siempre,
bajo la misma lámpara encuentro las aventuras de los libros
y los retratos eternamente jóvenes me ven ir y venir.
Pero este aire es distinto, lejano del desierto que se ha quedado atrás,
allá en el norte que quizá perdí para cambiarlo por el trópico.
Una vida allá, donde el agua del mar es siempre fría
y los atardeceres resplandecen sus colores insólitos
por una vida acá, donde respiro el agua y se alojan en los alrededores,
en su infinita gama, todos los verdes que es posible imaginar.
¿Y yo seré ya otra?
¿Qué tarde es esta en la que llueve y creo que soy la misma?
¿Cómo es que debo remendar mi corazón que late pleno?
Soy esa niña que se asoma por las ventanas de la cuadra
y en los rincones encuentra restos de memorias, de aromas, de reflejos,
pero no diferente de la mujer que llega para mirar con ojos nuevos
los lugares de la infancia, buscando sus iniciales en los árboles.
La vida teje sus hilos urdiendo mi destino:
igual pero diferente.
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