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Esperanzas


Por la mañana, como siempre, las llamadas: Norma Sáenz, mi hermana Rocío, mi prima Adriana y mi tía Tere para saber de Pablita.
Hoy desperté hasta las nueve de la mañana. Por la noche no podía dormir y a las dos de la mañana me levanté a tomar unas pastillas.
A la hora acostumbrada salimos de la casa rumbo a la de Coquito que como siempre, nos ofreció la comida.
Después tomamos el microbús para llegar al metrobus y todo normal. Encontramos que Paola estaba estrenando la pijama que le regaló mi hermana Sandra y estaba de mejor talante que ayer. Este mismo día termina el libro de Saramago y le llevamos "La reina del sur", de Pérez Reverte.
Un amigo de Mauricio nos prestó el aparato para ver tele y dvd's y Mauricio se lo dejó instalado a Pablita.
El médico nos dio el reporte prácticamente igual, pero ahora dijo que ellos están casi ya seguros de cuál tratamiento seguirán para curar a Paola, sólo falta el resultado del INDRE. Eso nos hizo sentir mejor que cuando nos decían que no sabían todavía nada.
Rápidamente dan las cinco de la tarde cuando estamos en la visita, y emprendimos el regreso. La sorpresa fue que la estación en donde siempre bajamos para hacer el mismo recorrido de regreso, fue cerrada para remodelación. Y sin aviso. Tampoco el operador del metrobus indicó que no había parada en esa estación y la siguiente es lejos de donde nosotros tenemos que bajar, por lo que habrá que pensar qué hacer para mañana.

Mauricio quedó de verse con una amiga y yo me vine sola en el metro con la firme intención de meterme al cine en Azcapotzalco para sacudirme un poco tantas imágenes de gente en los transportes y hospitales. Me bajé en Camarones y me perdí al salir porque esa estación no la conozco. Preguntando se llega a Roma y cuando menos pensé ya estaba frente a los cines. Con la mala suerte que ya había iniciado la película y faltaba mucho para la siguiente.
Decidí caminar por Azcapo y en el camino compré para Paola unas mini gorditas de maíz cacahuazintle de las que venden afuera de las iglesias y le encantan. Seguí caminando hacia el mercado y me topé con un puesto de tlacoyos. Ni modo: dos de requesón con nopales para merendar. Tomé taxi a la casa -nueve pesos la dejada- y en la tiendita de la entrada compré una coca de las de envase de un litro de vidrio que sólo hay aquí. Vaya premio para un día cansado. Mis piernas no están acostumbradas a tantas escaleras en el metro, el hospital y la casa y en algún momento sentí que se me torció un tendón o algo porque me dolió y traigo adolorida la pierna. La viejentud, ya sabemos.

El caso es que Paola está menos tensa y ahora su problema es evacuar el intestino, que no es todavía una cosa grave pero le preocupa y por tanto nos pusimos a caminar por el pasillo para ver si sus intestinos abandonan la pereza. El "citripio" de donde cuelgan su botella de suero tiene alguna pata chueca porque es una lata para empujarlo y con los jalones he estado a punto de noquear a Paola con la botella. Nomás eso le falta. En la foto está estrenando la piyama que le regaló mi hermana Sandra y nótese al fondo el papel que identifica su cama, con todos los errores...

Me dijo al despedirse que piensa escribir un agradecimiento en inglés para las personas de la asociación donde trabaja que han estado al tanto de su salud, para que lo ponga aquí en el blog y puedan verlo.

Me siento tranquila cuando la veo así, más dinámica y sin apuros ni dolores pero sobre todo con una buena actitud.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mea legro mucho, el sol ya empezarà a brilla. Un abrazo.

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Sorprendente

Hoy tocó la revisión médica de Paola aquí en Ensenada. Le habían pedido que se hiciera unos estudios para ver las condiciones del hígado y una biometría hemática. Tiene ya casi un mes que le disminuyeron los medicamentos, y en lugar de 39 pastillas semanales, ahora toma nueve. La sorpresa para la doctora y la enfermera que la atienden, fue que los resultados del hígado son normales, y no tiene anemia. Dijeron que en 20 años, es la primera persona a quien se da un tratamiento intensivo por seis meses y además, no aparecen secuelas del medicamento. Sí, sorprendente, pero ¿sorprendente? ¿Y las veladoras con las mejores intenciones que llevaron mis amigas poetas a la Catedral en Oaxaca? ¿Y todas esas energías positivas que desde el fondo de sus corazones me enviaron familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos cuando me veían penando por mi hija? ¡Claro que tenía que resultar! Ahí está ella, la princesa del poema Ojos de veladas lunas, ahora radiante, con más dinamismo y con aspecto ...

Cuando ronda la muerte

En realidad todos estamos a las puertas de la muerte. Cuando niños, mis hijos se asustaban cuando yo decía "no sé si mañana voy a amanecer muerta" pero es algo que siempre me ha quedado claro. Lo difícil es aceptar la otra muerte, la de alguien más. Y últimamente he pasado ya algunos sustos. Porque por más que sepamos que es un paso más, nos asusta tener que prescindir de quienes queremos, nos duele no verlos cuando se nos antoje, nos martiriza pensar en no tener más sus palabras... Y ahora pareciera que le toca a él, al más fuerte de mis hermanos. Todos son unos animalotes como siempre he dicho, pero él ha sido diferente. Si se marchó de la casa a los once años con un circo que visitaba Orizaba, es porque era diferente ¿no?. Pasaron años hasta que dimos con él y cuando volví a verlo parecía una estatua: enorme, bien formado, moreno y con un vozarrón que dejaba clara su presencia. Decidió como pocos que viviría la vida a su manera, y ha sido congruente. Por eso ahora me dice...