VUELVO a dar el crédito a mi tesoro: la amistad. Esa que ha llevado a mis amigas, en el Encuentro de Oaxaca, a ir a la catedral a encender velas y oraciones por mi hija y por mí. Esa que provoca que me manden por correo sus palabras de ánimo y cariño y hace que llore con dulzura y agradecimiento.
Esas amistades pulidas finamente con el tiempo que me hacen sentir acompañada cuando las largas esperas en el hospital.
En Ensenada, en Oaxaca, en México, en Chile o Chiapas y en donde quiera que se encuentren todos esos corazones, reciban mi profundo agradecimiento y cariño.
La fuerza del cariño que me mandan me hace seguir aquí de pie, en espera de que mi hija, ahora en el Instituto de Neurología, se recupere.
Gracias con todo mi corazón, sirva este espacio para reconocerlas ya que no dispongo del tiempo por ahora para escribirle a cada una.
Sigamos con nuestros corzones en oración.
Esas amistades pulidas finamente con el tiempo que me hacen sentir acompañada cuando las largas esperas en el hospital.
En Ensenada, en Oaxaca, en México, en Chile o Chiapas y en donde quiera que se encuentren todos esos corazones, reciban mi profundo agradecimiento y cariño.
La fuerza del cariño que me mandan me hace seguir aquí de pie, en espera de que mi hija, ahora en el Instituto de Neurología, se recupere.
Gracias con todo mi corazón, sirva este espacio para reconocerlas ya que no dispongo del tiempo por ahora para escribirle a cada una.
Sigamos con nuestros corzones en oración.
Comentarios