


Desperté a las seis de la mañana con fuerte dolor de cabeza y ya no pude dormir. Ya sabía que Mauricio no iría hoy al hospital pero por dicha Rocío dijo que venía para acompañarme y luego de atiborrarme de pastillas nos fuimos.
Ahora lo que estaba cerrado era la Av. Extremadura porque la convirtieron en pista para ciclistas y entonces tuvimos que caminar de Revolución a Río Churubusco para tomar el metrobus.
Llegamos a tiempo, me tomé un expresso de máquina (suspiros por el Tomas) para ver si ayudaba contra el dolor de cabeza y subimos con Paolita. Como sabía que tenía yo migraña no me esperaba y menos con Rocío, por lo que se puso contenta.
Nos pidió galletas porque el arsenal que tenía ya se acabó. También encargó unos rufles verdes y no sé qué de trikitrakes...
Estuvimos platicando sobre nuestros sueños y pesadillas, hicimos bromas, en fin, pasamos una tarde linda.
Al regreso tomamos de nuevo el metrobus (nótese foto) y la misma caminadera de regreso pero además con hambre. Todo cerrado en el camino, por ser domingo. Finalemnte, antes de meternos al metro pasamos a comernos un hot dog en el Super 7 y a la casa.
Llegamos molidas pero extrañamente a mí me agarró un dolor de músculos del cuello y hombros horroroso, y lo que me alarma es una tirantez que he sentido en la cara, como si me la estuvieran jalando para atrás y se me pone tiesa. Me da miedo que me de parálisis facial como a mi hermana pero no siento como ella, ni caliente ni cosquilleos, sólo esa tirantez.
Creo que estoy muy cansada, este mes ha sido como de locos y estas dos semanas aquí son devastadoras. Me tomé un par de pastillas relajantes, prefiero dormir que comer así que nos leemos en el próximo capítulo.
Lo único malo para poder descansar aquí es que mi vecino Omar tiene su música a todo lo que da, la puerta y ventanas de mi depto. están zumbando y es un individuo que cada fin de semana se alcoholiza y no se le puede decir nada...
Comentarios