
Tengo hombros, cuello, cabeza y rostro hechos pomada, como decimos. Despierto porque me molestan mucho pero me mantengo con sueño por las pastillas para relajar que no relajan y sigo como si mi cuerpo estuviera hecho con pedazos de cristal.
Paolita temprano me preguntó por mensaje cómo amanecí. Ella con las consabidas muestras de sangre para los estudios -al parecer- rutinarios de los lunes.
Nuestro problema -y mayor tensión por ahora- sigue siendo lo del seguro social. No lo hemos resuelto, ya es lunes y quizá este viernes -si Dios quiere- nos den de alta a Paola, lo que nos llevaría a dos cosas: o entregar certificado de que ella no es asegurada, o atenernos a la supertarifa del hospital por tener derechos en el IMSS.
Eso desde luego me quita el sueño pero todavía no puedo hacer nada al respecto y por lo pronto me voy a dedicar a intentar relajarme y mejorar.
Mi amiga Marielena viene al rato para estar conmigo, ver si salimos a comer porque aquí no hay nada, intentar comprar el complejo B para que me inyecte lo antes posible y ver si me ayuda y cómo no, adquirir una caja de hilo negro para la costura que recién esta mañana decidí comenzar para relajarme.
Hoy no me pude levantar: ni de ánimo ni de salud pero sé que es pasajero porque también sé que NO ME PUEDO quedar tirada.
Lo sé: es injusto sentirme sola o cansada. Pero así me siento ¿qué hago?
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