


Como Paola ya está permanentemente inalámbrica, aquí en la cafetería del hospital.
El Dr. Briseño me dijo en el reporte que Paola tolera muuy bien el medicamento y no hay razón ya para que se quede hasta el fin de semana. Esto lo respondió a la pregunta de ella sobre si creía que pasaríamos aquí la navidad...
Me dijo que tendrá que venir en tres meses a una resonancia, otra punción lumbar y otro Dopler, estudios que deberá hacerse una semana antes de su consulta médica.
Yo estoy atónita. Apenas me entra en la cabeza que va a terminar toda esta especie de pesadilla durante la cual nuestras vidas dieron tremendo vuelco y conocimos el miedo más horroroso.
Debo admitir que sigo teniendo miedo, tengo la sensación de que, como la primera vez, quizá cuando ya estemos en casa algo resulte mal y ella se descomponga.
Y sigo sin saber exactamente qué hice para merecer que Dios me quitara este dolor de encima.
Sé que somos muchos los que estamos felices con la noticia de que por fin los médicos tienen la certeza de que Paola va a recuperarse aunque le tome mucho tiempo.
Los estudios del INDRE que salieron negativos confirmaron lo que ellos habían sospechado y la bacteria que se alojó en su sistema nervioso es lo que están atacando. Explicaron que toma mucho tiempo que un medicamento llegue al cerebro, no es como cuando va al hígado o al estómago, de modo que por eso el tratamiento será largo.
Tampoco es que hayan desaparecido los riesgos, pues el doctor dijo que tenían que ser francos y que al menor síntoma de Paola teníamos que remitirla al hospital.
Cuesta trabajo retomar la cotidianidad después de todos estos largos, pareciera que interminables días. Me siento aprensiva de pensar que pronto volverá al trabajo, a conducir el auto, a vivir sola.
Pero siempre he estado convencida de que tenemos que vivir o enfrentar la vida con valor y optimismo y seguiré con esa idea porque también ella tiene que tener su vida entre sus manos.
Bueno, creo que ya me puse un poco densa, en realidad estoy esperanzada y feliz.
En la foto, la ciudad en una hora de la mañana en la que parece no haber muchos habitantes, y cuando fuimos a recoger unos papeles pasamos por un precioso parquecito lleno de piñatas que ya por estas fechas están en todos lados. ¡Qué ganas de llevármelas!
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