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Cosas que no he comentado...






























Las diré después. Por lo pronto Paola hoy quedó más adolorida por la punción, y espero que no le impida pasar buena la noche. El hambre que le provocan los medicamentos es impresionante y entre las galletas y los esteroides va recuperando su aspecto de adolescente. Las noticias del médico: no hay reporte de infectología con respecto al BAAR gástrico aún, mañana le hacen el Dopler y hoy le hicieron radiografía.Sigue la dosis completa de medicamentos.
Su ánimo está muy bien, insisto en que es valiente y está al tanto de lo que tiene que soportar mientras buscamos recuperar su salud. Le duelen mucho las venas.

Lo que no he dicho antes es acerca de esa comunidad que son las personas que tienen a un familiar hospitalizado en este instituto: se convierten en una fraternidad en la que todos apoyan a todos: quien tiene manera de transportarse traslada a quienes no; comparten cobijas cuando pasan la noche sentados en una silla prácticamente a la intemperie; comparten la comida y el agua para tomar, y si algún familiar no llega a tiempo, alguien de todos modos visitará a su paciente.
Me impresiona y me deja con un nudo en la garganta ver hasta qué punto somos iguales los seres humanos. La verdad es que todo esto, como tantas otras cosas que he vivido, me siguen dando oportunidad, como he dicho antes, de mantener mi optimismo y mi fe en la humanidad. Este calor que se percibe de la gente ante nuestro dolor, ante el miedo de no conocer el futuro de nuestros seres queridos, esta calidez que se transmite por medio de sus voces, apretones de manos, buenos deseos, son joyas raramente vistas porque fuera de ese lugar, en donde vive cada uno, la vida está llena de superficialidades, para qué mentir.

Ahora que he tenido el apoyo, las oraciones, las llamadas, cartas, correos y tantísimos buenos deseos de amigos, conocidos, taxistas, desconocidos, no puedo sino agradecer esas bondades. Y sigo esperando, en su momento, demostrar que soy merecedora de todo eso.

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Sorprendente

Hoy tocó la revisión médica de Paola aquí en Ensenada. Le habían pedido que se hiciera unos estudios para ver las condiciones del hígado y una biometría hemática. Tiene ya casi un mes que le disminuyeron los medicamentos, y en lugar de 39 pastillas semanales, ahora toma nueve. La sorpresa para la doctora y la enfermera que la atienden, fue que los resultados del hígado son normales, y no tiene anemia. Dijeron que en 20 años, es la primera persona a quien se da un tratamiento intensivo por seis meses y además, no aparecen secuelas del medicamento. Sí, sorprendente, pero ¿sorprendente? ¿Y las veladoras con las mejores intenciones que llevaron mis amigas poetas a la Catedral en Oaxaca? ¿Y todas esas energías positivas que desde el fondo de sus corazones me enviaron familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos cuando me veían penando por mi hija? ¡Claro que tenía que resultar! Ahí está ella, la princesa del poema Ojos de veladas lunas, ahora radiante, con más dinamismo y con aspecto ...

Cuando ronda la muerte

En realidad todos estamos a las puertas de la muerte. Cuando niños, mis hijos se asustaban cuando yo decía "no sé si mañana voy a amanecer muerta" pero es algo que siempre me ha quedado claro. Lo difícil es aceptar la otra muerte, la de alguien más. Y últimamente he pasado ya algunos sustos. Porque por más que sepamos que es un paso más, nos asusta tener que prescindir de quienes queremos, nos duele no verlos cuando se nos antoje, nos martiriza pensar en no tener más sus palabras... Y ahora pareciera que le toca a él, al más fuerte de mis hermanos. Todos son unos animalotes como siempre he dicho, pero él ha sido diferente. Si se marchó de la casa a los once años con un circo que visitaba Orizaba, es porque era diferente ¿no?. Pasaron años hasta que dimos con él y cuando volví a verlo parecía una estatua: enorme, bien formado, moreno y con un vozarrón que dejaba clara su presencia. Decidió como pocos que viviría la vida a su manera, y ha sido congruente. Por eso ahora me dice...