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Esta es mi primera taza de café decente en el Tomas de la Diez, a donde fuimos a refugiarnos un poco del frío luego de pasar a recoger el tanque de gas que Carlos me prestó.
Este día fuimos Paola y yo a mi depa porque me ayudó a armar un estantero y a dar unos toques de pintura. También se hizo algo de limpieza y noté que sí se siente frío, no lo había sentido hasta ahora. Me dí cuenta que el camión del agua pasa casi a media mañana haciendo tremendo escándalo.
Los estantes quedaron mal, por la noche que Alex y yo fuimos a dejar el tanque, él me hizo notar en qué consiste pero ahora hasta mañana lo arreglo.
El frío está tremendo, aunque son once grados el aire es heladísimo y esta casa va de mal en peor con lo húmeda que se siente. Tengo ropa tendida dentro de la casa desde ayer y no ha secado, hace rato dejé media hora prendidas las hornillas de la estufa a ver si eso ayuda un poco.
Al parecer mañana es el gran día, o mejor dicho, la gran cena, pero para nosotras, Paola y yo, será más que común. No tenemos ánimos navideños para pasar Navidad. Yo no haré nada en casa por obvias razones y espero que ella pueda ir a casa de su papá o de alguien para que no se quede sola aunque las dos convinimos en que si nos quedamos solas no pasa nada. Pero sé que yo voy a estar con Alex...
Ella lo que más desea es que se acabe este año en el que no le fue nada bien de salud pues haciendo recapitulación se da cuenta de que en realidad de la mitad del año hacia acá estuvo enferma y quiere ya dejar atrás ese capítulo.
Yo me resigno a esperar lo que hace falta para que inicie mi nueva vida, intentando configurarme todo en mi cabeza para que no me tome por sorpresa.
En fin, la letra de la canción me sigue dando vueltas en la cabeza, como un eco que espero sea cada vez más chiquito: "Esto de jugar a la vida, es algo que a veces duele"...

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