Hace unos meses mi "cuñado" comentó que encontró entre las cosas que su mamá tenía guardadas, una caja de copas que él no recuerda haber visto antes. Yo sí las conozco y le pedí que me regalara unas porque con mis dedos malos he andado haciendo quebradero y medio.
La semana pasada me llegaron diez copas, son de las que rentaban para eventos. El vidrio es bastante grueso comparado con las actuales, y son pequeñas porque no son para vino, son como para martinis.
La historia de esas copas es que el padre de mi "cuñado" prefirió comprarlas porque salían menos caras que rentarlas. Y la ocasión, en aquel año 1973, fue la boda de su hijo mayor conmigo.
Tooooodos estos años después, cuando cada elemento de aquella pareja ha hecho de su vida papalotes cada uno por su cuenta, yo me pongo un poco reflexiva en cuanto me preparo una mimosa: ¿podría ser una de éstas aquella en la que brindamos hechos una burbuja de alegría y de ilusiones? ¿cómo era aquella muchacha de 18 poniendo sus labios en el borde comparada con la mujer de 64 que hace lo mismo ahora? ¿en qué somos iguales y en qué somos diferentes?
Esto es especial, así lo percibo: no siempre tenemos a la mano un objeto que viene del pasado y que de alguna manera nos contuvo. Me reencuentro conmigo, con mi momento aquel, con mis caminos, con las inspiraciones que me han traído a este momento, en este punto en el que la vida nos está dando mucho en qué pensar, donde nos hacen falta los abrazos y presencias, nos sobran miedo e incertidumbre y requerimos muchas ganas de volver a comenzar para aprendernos esta nueva normalidad que nos sorprende.
Brindo por el tiempo que llevamos dentro.
La semana pasada me llegaron diez copas, son de las que rentaban para eventos. El vidrio es bastante grueso comparado con las actuales, y son pequeñas porque no son para vino, son como para martinis.
La historia de esas copas es que el padre de mi "cuñado" prefirió comprarlas porque salían menos caras que rentarlas. Y la ocasión, en aquel año 1973, fue la boda de su hijo mayor conmigo.
Tooooodos estos años después, cuando cada elemento de aquella pareja ha hecho de su vida papalotes cada uno por su cuenta, yo me pongo un poco reflexiva en cuanto me preparo una mimosa: ¿podría ser una de éstas aquella en la que brindamos hechos una burbuja de alegría y de ilusiones? ¿cómo era aquella muchacha de 18 poniendo sus labios en el borde comparada con la mujer de 64 que hace lo mismo ahora? ¿en qué somos iguales y en qué somos diferentes?
Esto es especial, así lo percibo: no siempre tenemos a la mano un objeto que viene del pasado y que de alguna manera nos contuvo. Me reencuentro conmigo, con mi momento aquel, con mis caminos, con las inspiraciones que me han traído a este momento, en este punto en el que la vida nos está dando mucho en qué pensar, donde nos hacen falta los abrazos y presencias, nos sobran miedo e incertidumbre y requerimos muchas ganas de volver a comenzar para aprendernos esta nueva normalidad que nos sorprende.
Brindo por el tiempo que llevamos dentro.
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