Ahora los recibo en Orizaba, tierra de varios de ellos: mis abuelos, mis tíos y tías, mi hermano Jared. Recién se unió a ellos mi querido amigo Pedro y así fue que al medio día toqué la campanita para llamar a cada uno, las velas estaban encendidas y el camino de pétalos dispuesto, al igual que la salvia quémandose.
Y así más tarde me dispuse a comer un mole acompañado con mezcal, brindé con ellos y les agradecí estar presentes siempre, y dicen que a las siete comienzan a regresar asi que como al rato hay bordado de una vez nos vamos despidiento... hasta siempre, fieles difuntos, el próximo año si estamos por aquí volveremos a encontrarnos... y si estamos por allá también.
Comentarios