En unas horas hará un año que llegué a Orizaba cargando mi casa y mi auto empacados en un tráiler, luego de muchísimas dificultades para salir de Ensenada y de una travesía de una semana. Apenas puedo creer lo que hice, me parece tremendo esfuerzo pero recuerdo que decidí hacerlo "mientras todavía podía".
Los motivos fueron lo suficientemente fuertes para que yo emprendiera semejante viaje. Un viaje como el de la vida, que no ha terminado de mostrarme todo lo que puedo hallar.
Hace un año venía un poco rota, un poco triste, muy ansiosa, con esperanza y como tantas otras veces, con la respiración contenida como cuando te preparas a saltar.
Extraño a mi pandilla, mi bola de amigas y amigos con quienes hacía tantas cosas. Aquí sigo aislada y desconocida, sin actividad, y con la contingencia y el aislamiento se empeora el panorama.
Ahora estoy -si no sucede otra cosa catastrófica- a un semestre de terminar la carrera. Hora de pensar en un nuevo devenir en mi vida, de construir ese espacio que decidí para ayudar a mis semejantes. Este ensayo como pare de la Brigada de apoyo psicoemocional telefónico me sirve mucho para practicar mi forma de atender a otras y otros que se encuentran en apuros. La intención de ayudarles a sanar debe ser clara y tiene que llegarles profundamente, como son mis intenciones.
Hay mucha incertidumbre y miedo en las personas debido a la pandemia. También el temor por la encogida economía, por el miedo al contagio propio o de la familia... el ambiente está denso por muchas razones y el panorama no se avizora prometedor.
La nueva normalidad nos seguirá manteniendo aislados de los otros, y no sé cómo se remedia eso. Habrá que ir descubriendo e inventando nuevas formas, nuevos enfoques, nuevas maneras de hacer lo que nos gusta que es estar cerca de los demás.
Pero en fin, a lo que vine fue a decir que mañana cumplo mi primer año aquí. El balance el bueno pero cómo deseo que vaya siendo mejor...
Los motivos fueron lo suficientemente fuertes para que yo emprendiera semejante viaje. Un viaje como el de la vida, que no ha terminado de mostrarme todo lo que puedo hallar.
Hace un año venía un poco rota, un poco triste, muy ansiosa, con esperanza y como tantas otras veces, con la respiración contenida como cuando te preparas a saltar.
Extraño a mi pandilla, mi bola de amigas y amigos con quienes hacía tantas cosas. Aquí sigo aislada y desconocida, sin actividad, y con la contingencia y el aislamiento se empeora el panorama.
Ahora estoy -si no sucede otra cosa catastrófica- a un semestre de terminar la carrera. Hora de pensar en un nuevo devenir en mi vida, de construir ese espacio que decidí para ayudar a mis semejantes. Este ensayo como pare de la Brigada de apoyo psicoemocional telefónico me sirve mucho para practicar mi forma de atender a otras y otros que se encuentran en apuros. La intención de ayudarles a sanar debe ser clara y tiene que llegarles profundamente, como son mis intenciones.
Hay mucha incertidumbre y miedo en las personas debido a la pandemia. También el temor por la encogida economía, por el miedo al contagio propio o de la familia... el ambiente está denso por muchas razones y el panorama no se avizora prometedor.
La nueva normalidad nos seguirá manteniendo aislados de los otros, y no sé cómo se remedia eso. Habrá que ir descubriendo e inventando nuevas formas, nuevos enfoques, nuevas maneras de hacer lo que nos gusta que es estar cerca de los demás.
Pero en fin, a lo que vine fue a decir que mañana cumplo mi primer año aquí. El balance el bueno pero cómo deseo que vaya siendo mejor...
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