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Atención médica

Dado que no mejoro y que el dolor de huesos creció como cuando se estiran los adolescentes -suponto- la decisión fue de ir al médico, en parte autoconvencida y en parte a instancias de mis hijos y de Alex, que ofreció llevarme al seguro social.
Pudimos constatar que en Ensenada no hay ningún pánico derivado de la Influenza: al solicitar consulta en el Hospital General me dijeron que ahí no atendían y que fuera a las calles de Ruiz y Catorce.
De regreso pasé a Urgencias de la clínica que está en la Av. Reforma. De ahí me derivaron al edificio de consultas y me dijeron que sería atendida en Pediatría. El problema fue encontrar el sitio: todo el mundo me dijo dónde era pero cada que me decían al fondo a la derecha, señalaban a la izquierda, fué curioso porque ocurrió varias veces.
El caso que al fin dimos con el consultorio, donde me atendió una doctora Sonia Patricia con mucha diligencia y amabilidad. Me dieron un folleto con las instrucciones preventivas y mediante la autorización de otro médico, la medicina con el diagnóstico de principios de bronquitis.
Eso me hace constatar que aquí la gente no tiene pánico como en otras ciudades ha ocurrido, que se saturan las clínicas de personas en busca de consulta. Tampoco se tiene bien establecido un plan de contingencia con las debidas señalizaciones y protocolos, supongo que por lo mismo.
Y hasta esta mañana se sigue confirmando que en este Estado no hay ningún caso de influenza nueva, porcina o como la denominen ahora.
Pero en cuanto a los cruceros que llegan periódicamente a Ensenada, al parecer están suspendidas sus llegadas.
Los comercios registran pocas ventas y los restaurantes están solos. Lo que vi con mucha fila fue los lugares en donde rentan películas.
Serán días, con la supresión de clases y en el DF de trabajo, de estar en casa, con familia: juegos de mesa, películas, conversaciones... alguna cosa buena y de calidad que resulte de estos días aciagos, de incertidumbre, duda y confusión.

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