Esta monada llamada Matías es de Paola mi hija y anoche se quedó a dormir con nosotros, sus abuelos. Es verdaderamente delicioso estar cerca de una criatura que apenas está conociendo el mundo y por tanto, como a los niños, todo le interesa: un papel arrugado, una mota de hilo, un haz de luz... y por supuesto que además hay que probar el sabor de cada cosa, así que entre carreras y carreritas pasamos un día estupendo recordando cómo son los niños, tan parecidos a los cachorros.
Y es inevitable la reflexión acerca del mal trato a los animales. Pero si vivimos en un planeta en donde se abusa de los niños, de las mujeres, de la tierra, cómo esperar que sea diferente con los animales a quienes hasta ahora descubrimos como seres inteligentes, sólo distintos de nosotros pero no inferiores...
La mala nota la dieron Estuardo y Nube, celosos y envidiosos que no quisieron jugar con el chiquito, por lo que Alex y yo nos pasamos el día haciendo el ridículo con él...
Hace un rato vino Pabla a recogerlo y ahora se siente el silencio porque no está el cascabelito.
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