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Una vajilla al fin

Debo haber tenido veintipocos años cuando por primera vez me enamoré de esas imágenes contenidas en las vajillas que pintan a mano nuestros artesanos... Pero entonces, y por mucho tiempo, no podía hacerme de una porque había que tener dinero para colegiaturas, pediatra, transportes, comida, renta y todo lo que implica crecer a una familia.
El caso es que el año pasado tomé la decisión de encargarla, y con la infinita paciencia de una vendedora en línea estuve intentando armar algo que pudiera yo pagar: ¿y si cambio la taza? ¿Y si mejor sin plato? ¿Y si menos piezas?... En fin, luego de armar y desarmar para ajustarme a un presupuesto, que aunque no sea extraorbitante siempre depende del bolsillo de donde salga, la encargué y me pusieron en la lista de espera donde me correspondía, pues muchos extranjeros piden estas vajillas.
Luego de unos meses, me informaron que ya podía recogerla... en el DF. Mi hijo pasó por ella y la tuvo hasta hace una semana, que al fin la envió por Estrella Blanca. Todo el sábado esperando que me llegara como habían ofrecido, y no arribó.
¡Hoy  es el día! A pesar de la lluvia y el transporte descompuesto, el encargado de la paquetería me trajo la caja que apenas entró a la casa, ya estaba yo abriendo armada de tijeras y con una expectación y alegría que me sorprendieron.

Tarááááá!! Al fin tengo en mi cocina esta vajilla que perseguí por tanto tiempo. Estoy feliz, quizá parezca tonto. Pero me alegro de haber podido darme esta alegría que me sirve para compartir...

Comentarios

Alex Escalante ha dicho que…
Qué bueno que ya tienes tu vajilla! Está bien padre!

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