Con las secuelas de una convivencia familiar inusitada, el resabio de la fiesta navideña, el cansancio del viaje, los estragos de la comida, la alegría de los hallazgos y regalos... y la esperanza renovada, ya saben que cualquier pretexto renueva mi optimismo a ultranza...
Es un amanecer indefinido: la alegría de estar en casa pero la realidad de amanecer sola después de las presencias brevemente cotidianas y queridas, un clima frío que parece helado, unos recuerdos que apenas comienzan a serlo, de tan nuevos.
Pero de nuevo aquí, rebuscando las letras debajo de esta música que calma, entre mi edredón de plumas para seguir en las nubes, con mi insaciable sed de café, idéntica a mi insaciable sed de amigas y de amigos, con ecos de la voz de mi hermana, mi madre, mis hijos, mis amores...
Aquí otra vez con la puerta abierta de mi casa, para todos ustedes, la puerta abierta de mi corazón y de mis días.
Es un amanecer indefinido: la alegría de estar en casa pero la realidad de amanecer sola después de las presencias brevemente cotidianas y queridas, un clima frío que parece helado, unos recuerdos que apenas comienzan a serlo, de tan nuevos.
Pero de nuevo aquí, rebuscando las letras debajo de esta música que calma, entre mi edredón de plumas para seguir en las nubes, con mi insaciable sed de café, idéntica a mi insaciable sed de amigas y de amigos, con ecos de la voz de mi hermana, mi madre, mis hijos, mis amores...
Aquí otra vez con la puerta abierta de mi casa, para todos ustedes, la puerta abierta de mi corazón y de mis días.
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