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Indignación y desesperación


Es absolutamente indispensable que nosotros, juan pueblo, tomemos medidas de protesta e indignación por la violencia apocalíptica que estamos padeciendo, y me refiero en este momento a los nuevos asesinatos en Cd. Juárez, perpetrados anoche en el velorio de un hombre que había sido asesinado. Esta vez fueron ocho personas que estaban entre los dolientes, una de ellas, anciana de 65 años, con diez balazos encima.
¿Qué tenemos que hacer para que se entienda que NO NO NO queremos más violencia?
¡Si tan sólo tuviéramos la certeza de que es el altísimo precio que pagamos a cambio de la paz! Pero sabemos que no, es sólo que estamos en manos de los asesinos, narcos, enfermos o corruptos o lo que sean, que tienen al país bajo sus asquerosos zapatos y a la gente temblorosa y enojada pero sobre todo frustrada por impotente.
Esta situación para nosotros inédita nos confunde, no estamos habilitados para tomar medidas que correspondan y nuestras autoridades están igual o peor que nosotros, pues primero tiraron la piedra y luego salieron corriendo, en caso de no ser partícipes soterrados.
Ayer me enteré de que el ejército ahora va a pedir "mayores atribuciones" para que no solamente sirvan para ayudar a atrapar personajes, sino que puedan hacer investigaciones y eventualmente detenerlos y todo lo demás que sabemos que hacen de todos modos, sólo que lo quieren hacer "legal".
Estamos en el borde de un precipicio y hay montones de gente que piensa que mientras no le toque directamente, no tiene por qué hacer algo.
Yo estoy tristísima de contemplar esta caída y de ver cómo encoge mi esperanza; aterrada de pensar que pudiera no servir de nada lo que hacemos en los talleres para los niños de Huajuapan, si de por sí es tan poca cosa el esfuerzo...
Soy optimista a ultranza, deseo de vuelta a mi país, quiero que me renazca el orgullo de haber nacido aquí, de venir de esa estirpe de guerreros, de sabios, de una raza para la que el honor era importante. Y mientras tenga aliento seguiré buscando y esperando encontrármelo de vuelta, volver a percibir sus vientos limpios y serenos, sus verdores, su presencia que provoque el "¡Patria, patria...!".

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