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Melancolía

A veces me entra una tristeza súbita, como de soledad o de vacío sin que me explique por qué. Es cuando sé que en otro lugar del mundo están mis amigas, mis poetas, mi familia, mi hijo...mis difuntos.
Es cuando siento que me vine a vivir fuera del planeta porque todo está muy lejos, es imposible que me siente con amigas a tomar una taza de café para trabajar un texto, compartir unas fotos, intercambiar recetas de cocina, comprar libros, entrar a un museo, pasear por el centro o simplemente estar en casa platicando. Estamos lejos: no presencio los cumpleaños, graduaciones, fines de semana, lecturas, presentaciones, aniversarios, reuniones.
Me descubro en medio de mi estudio, rodeada por pinceles, libros y papeles, por frascos y frascos de pinturas, telas a medio acabar, cuadros sin terminar, libros sin comenzar, sola. Con muchas fotos, muchos recuerdos, muchas palabras que se guardan. Sola.
Un café y de inmediato Carmen de Cuba se apersona por arte de la magia, me dice que soy una sibarita para paladear el café, o Marielena me platica cómo era el restaurante del Hotel Camino Real cuando ella trabajaba en sus oficinas, o Estela me cuenta de sus ondas cuando era aficionada al teatro. Un vistazo al atardecer y ¡zas! Aparecen los colores de Oaxaca, los tonos de todas las voces que me esperan allá, la chispa de tantas risas que pude compartir.
Y estoy sola, no importa qué tan rica sea por dentro, cuántos recuerdos tenga para ostentar y gastar y relucir. Estoy aquí sin mi colega de taller, sin las pláticas íntimas con la hermana, amiga o amigo, sin la emoción de lanzarme a buscar libros, sin esperanzas de ver alguna de las exposiciones de mis compañeros en la ciudad de México y otros lados.
Lo sé, hay que asentarse en el tiempo para comenzar a encontrar a los nuevos amigos, las nuevas confidentes, los espacios que todavía me esperan. Aquí llevamos apenas poco más de un año y habré de tener paciencia. Dice mi madre que hay más tiempo que vida, así que esperemos...

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Sorprendente

Hoy tocó la revisión médica de Paola aquí en Ensenada. Le habían pedido que se hiciera unos estudios para ver las condiciones del hígado y una biometría hemática. Tiene ya casi un mes que le disminuyeron los medicamentos, y en lugar de 39 pastillas semanales, ahora toma nueve. La sorpresa para la doctora y la enfermera que la atienden, fue que los resultados del hígado son normales, y no tiene anemia. Dijeron que en 20 años, es la primera persona a quien se da un tratamiento intensivo por seis meses y además, no aparecen secuelas del medicamento. Sí, sorprendente, pero ¿sorprendente? ¿Y las veladoras con las mejores intenciones que llevaron mis amigas poetas a la Catedral en Oaxaca? ¿Y todas esas energías positivas que desde el fondo de sus corazones me enviaron familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos cuando me veían penando por mi hija? ¡Claro que tenía que resultar! Ahí está ella, la princesa del poema Ojos de veladas lunas, ahora radiante, con más dinamismo y con aspecto ...

Cuando ronda la muerte

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