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Todavía esta ciudad...

Una que apenas puedo ya reconocer con tanta saturación de gente, de cosas, de autos y de vías en zancos. Una ciudad que observo amistosa, abierta. Ayer mi amiga Ale observaba que le parece extraño que la gente que viene de fuera tenga esa sensación. Yo tomo taxis en la calle y platico con los conductores, con las señoras en los puestos del mercado, con los que estén en el café, y siempre me comentan o saludan o sonríen o ayudan con camaradería y hasta de manera divertida, algunos. Para Ale eso es raro y hasta un poco increíble. Pero como le digo, yo no estoy inserta en la neurosis de la ciudad, vengo con otro tono, con una energía diferente, y quizá eso haga la diferencia. Me alegro.
El lunes lo dediqué sólo a descansar de tantas vueltas, comí en casa y estuve tirada en la flojera. Ayer me resolví a comer una mojarra frita en el mercado de San Pedro de los Pinos, y más tarde, justamente con Ale, nos lanzamos en taxi a buscar un café que ando queriendo localizar desde que llegué pero nosé bien dónde se encuentra. Intento fallido luego de muchas vueltas y el esfuerzo del taxista. Paramos en la cafetería Emir de las calles de Esperanza y Yácatas. Excelente café, ya se sabe, así que funcionó perfecto como premio de consolación. ¡Qué grato es conversar y conversar con las amigas que no se ven con frecuencia!
De noche, ya en la casa, pastes de Pachuca para merendar, y a la cama.
Pero esta mañana...¡la venganza de Moctezuma! Amanecí con el estómago hecho cisco, y sigo con el dolor, sin apetito y algo deshidratada...
Hoy tengo una comida con Héctor, y si bien me va, optaré por un caldito de pollo, según como ande mi estómago... ¡En eso tenía que parar!

Comentarios

aus ha dicho que…
¿qué café buscas Liz? por lo que veo lo buscas en la Narvarte, tengo mucho tiempo viviendo ahí, seguro te puedo ayudar. un abrazo
Liz Durand Goytia ha dicho que…
Busco el Café Passmar pero ya di con la dirección, muchas gracias, veré en qué momento me queda mejor para visitarlo. Un abrazo!
aus ha dicho que…
muy bien, sigue disfrutando la ciudad.

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Poema para los niños migrantes

Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.

Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad

Recordando la vieja máquina de escribir...

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