Luego de algunas vacilaciones que nos desconcertaron un poco, el verano llegó a instalarse en Ensenada en el último momento, pero en el preciso. Vienen los días de sol y de calor, de paseos en el valle, comidas al aire libre y mucha fiesta en las playas. Yo nací en el verano, me van bien sus colores y sabores, estoy a punto de comer cerezas y degustar de esos tallitos verdes que me gusta poner a la plancha con aceite de oliva, pimienta y sal...
Verano, días más largos con sol y con calor, cantos de pájaros, hermosas lunas, reuniones placenteras... tiempo de alegría, creatividad, y, ojalá, de crecimiento a partir del disfrute.
Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...
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