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De plácemes el fin de semana




Bueno, el sábado se hizo la clausura del curso de arte alternativo y los chavos hicieron buenas cosas, el grupo estuvo muy bien integrado y conocí gente nueva, interesante, joven, alegre, inteligente.
Por si fuera poco, Paolita vino de fin de semana y aprovechamos para festejar el cumpleaños de Edgar en casa, con una agradable comida, las fotos las debo porque las tomó Paola. Estuvieron en casa el profe Merino, Alex, Armando y Paola con los peludos y el festejado.
El domingo hubo recalentado y no vino Alex pero estuvieron Deyanira y Adriana porque al final Laura no pudo llegar, y pasamos una tarde muy grata aunque tuve que despedir a Paola que por cierto, encontraron la carretera hecha un desastre y les tomó mucho tiempo arribar a Mexicali.
Aunque esos dos días hizo tremendo calor, creo de 33 grados, éste ha sido un día de solamente 22, y aunque no es cosa grave, tales cambios me desconciertan, o más bien a mi osamenta, que a las primeras de cambio se resiente por aquello de que lleva la cuenta de los años, cosa que mi cerebro no registra.
Por la noche me dieron ganas de ir al mirador con todo y que la luna está apenas a la mitad y había mucha bruma.

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Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.

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Recordando la vieja máquina de escribir...

Estoy fascinada porque un amigo me puso un programita en mi compu que hace que cuando escribo mis importantísimos asuntos, mi teclado suene como máquina de escribir... Es que recuerdo aquellos tiempos en los que las colegiaturas de mis hijos y nuestra manutención dependían de la velocidad y ritmo de ese mágico sonido... En esta foto, la imagen de la primera máquina eléctrica que me tocó usar, cuando llegué a la ciudad de México a trabajar en el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Un tiempo después ésta fue mi favorita, la máquina de esfera, porque le podía cambiar los tipos de letra y hasta el color de la tinta porque había cintas de color sepia. Se me descomponía con frecuencia hasta que el técnico descubrió que yo era demasiado rápida al escribir y se trababa la esfera, já já. Además de trabajar en una institución, ponía anuncios en el periódico para mecanografiar trabajos. Desde luego lo más socorrido eran las tesis, hice muchas pero además me tocó hacer el directorio