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Vuelta



Desde mi cama escuché a la lluvia y me levanté para verla desde la ventana. Nada como la lluvia para sentirme en casa, con todo y que no llueve mucho por aquí.
Repaso los días que pasé en la capital y vuelvo a paladearlos, ya que aquí no los sufro.
Cuando fui al centro para ver la exposición de Colbert también quería ver ese rostro nuevo, desembozado, que tienen ahora sus calles, sin vendedores ambulantes. ¡Qué palacios! el adoquín en las banquetas, las puertas antiguas, la belleza.
Caminando por Bolívar se me atravesó el Salón Corona y como era buena hora entré a refinarme una cerveza de barril oscura y de comer, mojarra frita. Me faltó coronar con el café pero no tenía tiempo: caminé para ver el Munal, Palacio de Minería y el majestuoso Palacio de Correos, donde tenían anuncios de venta de cartas y sobres para festejar 14 de febrero. Llegué tarde pues sólo alcancé sobre. Las cartas tenían por un lado una carta de Frida a Diego y se agotaron. Sé que si Frida viviera, pasaría sus días vomitando por el shock de verse tan vendida...
En Palacio de Bellas Artes, a la entrada, me encontré a Bardo, mi compañero de pintura en La Esmeralda, ese amigo sencillo y auténtico que no ha dado su brazo a torcer y se dedica a vivir para el arte aunque deba hacerlo de manera marginal porque muchos lo toman por loco. Así son nuestros días, los honestos y auténticos son locos...

En el Mercado de Azcapotzalco fui a las comidas corridas el viernes pasado: había sopa de haba, tortitas de bacalao y chiles rellenos, mi opción. Con un litro de agua aromada con guayaba, tortillas recién hechas y para rematar la cuenta de sólo 35 pesos, menos de cuatro dólares.

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Sorprendente

Hoy tocó la revisión médica de Paola aquí en Ensenada. Le habían pedido que se hiciera unos estudios para ver las condiciones del hígado y una biometría hemática. Tiene ya casi un mes que le disminuyeron los medicamentos, y en lugar de 39 pastillas semanales, ahora toma nueve. La sorpresa para la doctora y la enfermera que la atienden, fue que los resultados del hígado son normales, y no tiene anemia. Dijeron que en 20 años, es la primera persona a quien se da un tratamiento intensivo por seis meses y además, no aparecen secuelas del medicamento. Sí, sorprendente, pero ¿sorprendente? ¿Y las veladoras con las mejores intenciones que llevaron mis amigas poetas a la Catedral en Oaxaca? ¿Y todas esas energías positivas que desde el fondo de sus corazones me enviaron familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos cuando me veían penando por mi hija? ¡Claro que tenía que resultar! Ahí está ella, la princesa del poema Ojos de veladas lunas, ahora radiante, con más dinamismo y con aspecto ...

Cuando ronda la muerte

En realidad todos estamos a las puertas de la muerte. Cuando niños, mis hijos se asustaban cuando yo decía "no sé si mañana voy a amanecer muerta" pero es algo que siempre me ha quedado claro. Lo difícil es aceptar la otra muerte, la de alguien más. Y últimamente he pasado ya algunos sustos. Porque por más que sepamos que es un paso más, nos asusta tener que prescindir de quienes queremos, nos duele no verlos cuando se nos antoje, nos martiriza pensar en no tener más sus palabras... Y ahora pareciera que le toca a él, al más fuerte de mis hermanos. Todos son unos animalotes como siempre he dicho, pero él ha sido diferente. Si se marchó de la casa a los once años con un circo que visitaba Orizaba, es porque era diferente ¿no?. Pasaron años hasta que dimos con él y cuando volví a verlo parecía una estatua: enorme, bien formado, moreno y con un vozarrón que dejaba clara su presencia. Decidió como pocos que viviría la vida a su manera, y ha sido congruente. Por eso ahora me dice...