-Pero todo va a estar bien- dijo ella soltando la prolongada bocanada de humo mientras dejaba errar su mirada hasta un punto en el que se detenía perdidamente. Y eso lo decía porque francamente ya se estaba asustando con las coas que veía. Primero una pelirroja gorda en medio de la recámara, luego un individuo vestido de mormón y en seguida lo más pertubador, que era ver que las botas de ante gris vibraban rápidamente, o que el papel con que se envuelven los regalos formó por sí mismo una especie de cabeza de culebra que en cierto momento pareció hacer ¡pop! y fue en el momento en el que dijo -pero todo va a estar bien-, se cubrió con la cobija como como si fuera el aliento de una chimenea y se durmió.
Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.
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