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Siempre puertas

Veo que en la vida hay muchos caminos, pero también he visto puertas, y las sigo encontrando. A veces cuesta mucho abrirlas, rechinan, se atoran. Otras podemos abrirlas en ventolera, de par en par, y cruzamos sus dinteles a toda prisa, ansiosos por conocer lo que está detrás. Pero en ocasiones nos asomamos con cautela, presintiendo que quizá la oscuridad nos presagie una sorpresa, pero de todos modos insistimos en cruzar, pasar al otro lado para encontrarnos de frente con lo que nos aguarda, que en el fondo adivinamos.
Veo mi vida con caminos y con puertas, pero también con muchas manos y muchos corazones. La vida no es extraña. Es maravillosa. Tiene para darnos lo que a veces pensamos que es pura fantasía, hasta que esa ilusión se hace tangible en nuestras manos.
A veces esas puertas son para cerrarse, son una especie de despedida que sin embargo nos deja adentro lo que contuvieron, y nos acompaña como parte de nuestra experiencia y crecimiento.
No soltamos las manos que nos acompañaron, las que encontramos en esos caminos o detrás de esas puertas; siempre están a nuestro lado, su tibieza nos alcanza porque, a pesar de todo, bajo cualquier circunstancia, estarán ahí para sostenernos cuando se haga necesario.
Es maravillosa la vida, nunca deja de conmoverme, y cuando veo los milagros que acarrea, se me inunda de luz y de calor el corazón, y se me queman los ojos.

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