Chica mala
Liz Durand Goytia
Salir a ser la chica mala
de la noche,
beber de la botella,
tatuarme una mejilla
o el ombligo,
dejar la ropa interna
en su cajón.
Abrir ancha la boca
para extender un beso al portador,
uno que pague lo que cuesta
dejar atrás las pudorosas
cuentas de la virginidad.
Rugir brava en la cama
si me provoca el tigre,
lamerle los bigotes,
morir entre sus fauces.
He de tomar las armas
si el enemigo me trastoca;
reventarme la boca con carmín,
usar impúdicas ojeras.
Llegar trastabillando
hasta la aurora,
empujarle la puerta
y encarar su reproche.
Vivir, amar, llorar, como la chica mala
del tango que nunca se escribió.
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