Remolinos de agua sobre mi techo, agujas escandalosas que interrumpen mi sueño y sobrecogen mi noche. No me da paz el viento con sus aullidos de agua, con las cubiertas de mi patio temblando en estertores. El temor se me arropa en el cuerpo bajo las cobijas, el cuerpo que siente ausencia, que tiene frío, que a veces no se halla...
Una taza de café que no calienta, un cuadro familiar congelado y remoto, una tarjeta romántica que empieza a ser borrosa, una porción de dudas que salen de estos agujeros húmedos y acechan a mis buenas intenciones, es lo que tiene la mañana para darme...
Allá lejos, el faro que me espera con su balbuceo de luz indicando un posible camino, una vertiente que me conduzca por aguas más tranquilas, mientras éstas que llueven se arremolinan en mi techo y hacen ladrar a los perros escondidos de mis miedos.
Una taza de café que no calienta, un cuadro familiar congelado y remoto, una tarjeta romántica que empieza a ser borrosa, una porción de dudas que salen de estos agujeros húmedos y acechan a mis buenas intenciones, es lo que tiene la mañana para darme...
Allá lejos, el faro que me espera con su balbuceo de luz indicando un posible camino, una vertiente que me conduzca por aguas más tranquilas, mientras éstas que llueven se arremolinan en mi techo y hacen ladrar a los perros escondidos de mis miedos.
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