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Lluvia y viento

Remolinos de agua sobre mi techo, agujas escandalosas que interrumpen mi sueño y sobrecogen mi noche. No me da paz el viento con sus aullidos de agua, con las cubiertas de mi patio temblando en estertores. El temor se me arropa en el cuerpo bajo las cobijas, el cuerpo que siente ausencia, que tiene frío, que a veces no se halla...
Una taza de café que no calienta, un cuadro familiar congelado y remoto, una tarjeta romántica que empieza a ser borrosa, una porción de dudas que salen de estos agujeros húmedos y acechan a mis buenas intenciones, es lo que tiene la mañana para darme...
Allá lejos, el faro que me espera con su balbuceo de luz indicando un posible camino, una vertiente que me conduzca por aguas más tranquilas, mientras éstas que llueven se arremolinan en mi techo y hacen ladrar a los perros escondidos de mis miedos.

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Visita de Poesía errante

Para quienes recuerdan las patoaventuras que tuvo que afrontar mi proyecto cuando inició el año pasado y se perdió en la paquetería que debería llevarlo a Costa Rica, les cuento que ha recomenzado el viaje de Poesía errante . Luego de haber estado en Guadalajara bajo el cuidado de Rosario Orozco (Revista Va de Nuez), llegó a Zacapoaxtla y otra poeta, Gabriela Molina, ha estado a cargo de los preparativos para poner el tendedero poético que tradicionalmente se tiende en las lecturas. Aquí la muestra creativa del cartel de la lectura. Siempre me lamento de no poder asistir a todos esos tendederos, pero desde luego me alegra que estén ventilándose los versos que de tantas partes acuden a la cita a donde el aire los lleva. Espero que más adelante podamos compartir algunas fotografías de las lecturas. Por lo pronto gracias a mis compañeras poetas que me ayudan a que este sueño siga con su errancia por el mundo, que es un modo de ir también nosotras.

Sí, un domingo más

Desde antier por la noche Mauricio y yo andamos un poco desconchinflados: a él le vinieron escalofríos y dolor de estómago junto con el de los músculos de los hombros. Le dí te y masage y pareció sentirse mejor. Pero ayer amaneció igual, con náusea e incipiente dolor de cabeza. A mí me comenzó un dolor igual en cuanto terminamos de comer en casa de Coquito, con Alfonso que ya había llegado. Antes de salir hacia el hospital me tomé una pastilla que no funcionó y cuando llegamos tomé otra que tampoco hizo efecto. Cuando bajé del piso para que Mauricio pudiera subir, una señora me regaló otra pastilla porque me vio agarrándome la cabeza con las manos...pero tampoco sirvió. Pablita estuvo contenta con la visita de Alfonso, ya se sabe que él es siempre tan ocurrente que resulta cómico y se pasan ratos muy gratos en su compañía. De regreso en el metrobús nos dirigimos a una farmacia para comprarme una inyección porque ya era migraña mi dolencia. La caminadera por el cierre de estación fue má...