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Días con espina

De la nada, mientras me preparaba para desayunar, un tirón en la espalda me hizo gritar, perder el apoyo de mis piernas y doblarme a gatas para intentar avanzar. Estaba en el baño, quería salir de ahí e incorporarme para ver si sentada el dolor era menos intenso.
Casi total la inmovilidad, casi cegador el dolor. Un tirón, sólo eso -pensaba, deseaba-. El sábado tuve que permanecer tiesa, como el domingo, como hoy. Estornudar o toser me provoca intenso espasmo en la espalda y el dolor sencillamente no cede, no aumenta pero no tiene trazas de desaparecer. Sin embargo, ya puedo moverme y las piernas volvieron a estar fuertes. Caminar me cuesta, tengo que procurar "acomodar" no sé cómo la cintura para poder levantar una pierna, dar un paso. Agacharme ni de chiste, ni estirarme. La cama me acomoda solamente si pongo almohadas en ciertas partes que nunca conozco, voy probando y donde siento apoyo y consuelo, la dejo. Así pude terminar de leer La catedral del mar y ahora no tengo libro bueno, el tal dichoso de las mujeres que danzan con lobos no consigue atraparme y en fin, voy a buscar qué leo mientras debo permanecer tan quieta porque sin poder sentada ni parada ni acostada mucho tiempo es un poco difícil pero qué dicha que pude limpiar las hojas del limonero lleno de bichos gordos con el agua de bicarbonato que ojalá le sirva porque cómo le ha dado trabajo tener sus brotecitos, algunos que hube de podar. Y también debo quedarme aquí  porque espero la prueba de mi libro, ya me informé de que se encuentra en la ciudad y ahora dependo del que entrega a domicilio... Y en lo que escribo me llega una llamada amorosa que me anima y me retiro porque a lo mejor puedo salir a comer...

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Sorprendente

Hoy tocó la revisión médica de Paola aquí en Ensenada. Le habían pedido que se hiciera unos estudios para ver las condiciones del hígado y una biometría hemática. Tiene ya casi un mes que le disminuyeron los medicamentos, y en lugar de 39 pastillas semanales, ahora toma nueve. La sorpresa para la doctora y la enfermera que la atienden, fue que los resultados del hígado son normales, y no tiene anemia. Dijeron que en 20 años, es la primera persona a quien se da un tratamiento intensivo por seis meses y además, no aparecen secuelas del medicamento. Sí, sorprendente, pero ¿sorprendente? ¿Y las veladoras con las mejores intenciones que llevaron mis amigas poetas a la Catedral en Oaxaca? ¿Y todas esas energías positivas que desde el fondo de sus corazones me enviaron familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos cuando me veían penando por mi hija? ¡Claro que tenía que resultar! Ahí está ella, la princesa del poema Ojos de veladas lunas, ahora radiante, con más dinamismo y con aspecto ...

Cuando ronda la muerte

En realidad todos estamos a las puertas de la muerte. Cuando niños, mis hijos se asustaban cuando yo decía "no sé si mañana voy a amanecer muerta" pero es algo que siempre me ha quedado claro. Lo difícil es aceptar la otra muerte, la de alguien más. Y últimamente he pasado ya algunos sustos. Porque por más que sepamos que es un paso más, nos asusta tener que prescindir de quienes queremos, nos duele no verlos cuando se nos antoje, nos martiriza pensar en no tener más sus palabras... Y ahora pareciera que le toca a él, al más fuerte de mis hermanos. Todos son unos animalotes como siempre he dicho, pero él ha sido diferente. Si se marchó de la casa a los once años con un circo que visitaba Orizaba, es porque era diferente ¿no?. Pasaron años hasta que dimos con él y cuando volví a verlo parecía una estatua: enorme, bien formado, moreno y con un vozarrón que dejaba clara su presencia. Decidió como pocos que viviría la vida a su manera, y ha sido congruente. Por eso ahora me dice...