A veces sucede que la vida nos pasa encima, y resulta que nos toma por sorpresa. Damos por sentadas una serie de cosas que a la mera hora, resulta que no estaban tan definidas o tan sólidas o tan permanentes como pensábamos.
Las relaciones con los demás son difíciles, particularmente las de pareja.
Y cuando uno de los involucrados es un verdadero artista, más difícil aún.
Porque el artista vive de y para su arte. No está consciente de los convencionalismos, no considera prioridades tener casa, socializar, convivir con los hijos.
Quien se relacione con alguien así, debe saber a lo que se atiene, sólo basta ver la serie de películas que hay sobre el tema: Picasso, Giacometi, por ejemplo. El arte es la única prioridad, por encima de la propia supervivencia o salud. Por tanto, queda atrás todo lo que se relacione con la pareja y demás.
Claro, estar con un artista es un poco tocar también la gloria, departir con alguien diferente, con un punto de vista que no tiene que ver con el común de los mortales. Pero hay que tener solvencia de todo tipo para poder estar a la par de un artista, y sobra decir que no es fácil. El artista siempre parece egoísta a los ojos de los demás. No tiene tiempo para entregarse a otra cosa que no sea el arte, su trabajo. Y de ahí derivan los problemas.
En la vida ordinaria, cuando no hay artistas de por medio, las relaciones de pareja son difíciles. Y cuando existe un rompimiento muchas veces caemos en el error de querer sacar un clavo con otro. No es más que eso, un error que pagaremos más tarde.
Lo digo porque está viviendo una situación semejante una pareja de amigos, y veo que ella, equivocadamente desde mi punto de vista, se está apresurando a relacionarse nuevamente con alguien más.
Creo que primero hay que retflexionar, sanar las heridas, renovarse, y luego salir al mundo y a sus tentaciones. Creo que en toda relación que acaba hay un período de luto que hay que cumplir para llegar sano a cualquier otra opción.
Pero no es más que mi punto de vista. Veo con tristeza a mis amigos equivocarse y hacer cosas que les van a costar más tarde, pero no puedo hacer nada que no sea estar ahí para cuando me requieran.
Y mientras tanto, hacer votos para que pronto encuentren la calma y lucidez que les permitan seguir su camino sin atropelladuras, sin dolores.
Las relaciones con los demás son difíciles, particularmente las de pareja.
Y cuando uno de los involucrados es un verdadero artista, más difícil aún.
Porque el artista vive de y para su arte. No está consciente de los convencionalismos, no considera prioridades tener casa, socializar, convivir con los hijos.
Quien se relacione con alguien así, debe saber a lo que se atiene, sólo basta ver la serie de películas que hay sobre el tema: Picasso, Giacometi, por ejemplo. El arte es la única prioridad, por encima de la propia supervivencia o salud. Por tanto, queda atrás todo lo que se relacione con la pareja y demás.
Claro, estar con un artista es un poco tocar también la gloria, departir con alguien diferente, con un punto de vista que no tiene que ver con el común de los mortales. Pero hay que tener solvencia de todo tipo para poder estar a la par de un artista, y sobra decir que no es fácil. El artista siempre parece egoísta a los ojos de los demás. No tiene tiempo para entregarse a otra cosa que no sea el arte, su trabajo. Y de ahí derivan los problemas.
En la vida ordinaria, cuando no hay artistas de por medio, las relaciones de pareja son difíciles. Y cuando existe un rompimiento muchas veces caemos en el error de querer sacar un clavo con otro. No es más que eso, un error que pagaremos más tarde.
Lo digo porque está viviendo una situación semejante una pareja de amigos, y veo que ella, equivocadamente desde mi punto de vista, se está apresurando a relacionarse nuevamente con alguien más.
Creo que primero hay que retflexionar, sanar las heridas, renovarse, y luego salir al mundo y a sus tentaciones. Creo que en toda relación que acaba hay un período de luto que hay que cumplir para llegar sano a cualquier otra opción.
Pero no es más que mi punto de vista. Veo con tristeza a mis amigos equivocarse y hacer cosas que les van a costar más tarde, pero no puedo hacer nada que no sea estar ahí para cuando me requieran.
Y mientras tanto, hacer votos para que pronto encuentren la calma y lucidez que les permitan seguir su camino sin atropelladuras, sin dolores.
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