
El sábado pasado mi hermano estuvo en crisis y se internó en una clínica del Seguro Social en Tijuana para que recibiera hemodiálisis. El médico que lo atiende, un tal doctor Hurtado, le dijo sin ambages que a lo mejor no salía vivo de ahí porque calculaba que le quedaban tres horas de vida. No, no hablo de un verdugo sino de un médico, "el mejor nefrólogo" de la clínica 20 del Seguro Social, quien confirmó su dicho ante la esposa de mi hermano y le dijo que les daba cinco minutos para decidir si tomaba la hemodiálisis o no.
Cualquiera puede imaginar en qué estado mental y emocional entró Jared al tratamiento. Pero al cabo de tres horas salió para recuperarse del proceso. Entonces el médico cambió su pronóstico por el de "entre ocho y quince días".
Como nos quejamos porque la dieta no era adecuada ya que contenía más agua de la que le permiten tomar a mi hermano, y de la manera prepotente como se dirige a algunos de sus pacientes, a los que por regla, cuando le caen mal les dice "tú te vas a morir" según refieren otros pacientes suyos compañeros de mi hermano, la doctora que atendió nuestra queja ofreció hablar con el tipo, además de comprometerse a vernos en la cama de mi hermano a cierta hora para ordenar que le hicieran electrocardiograma para ver si se podía modificar el tiempo de hemodiálisis para que resultara más efectivo.
Pero para nuestra sorpresa, el médico seguramente por haber sido un poco reprendido optó por dar de alta a mi hermano sin mayor averiguación. En ningún momento se presentó a revisar el estado de Jared, solamente envió a una asistente a llevar la hoja con autorización para que lo dieran de alta.
Y pienso cómo pudo ser que ese médico, en el camino de su profesión, se haya convertido en lo que es, sin la menor ética y menos aún calidad humana para tratar a personas como él, semejantes que atraviesan por difíciles situaciones ante la pérdida de su salud y el tremendo sufrimiento que su enfermedad conlleva.
Y después de todo eso, mi hermano, recuperado en lo que cabe, se ha dado el lujo de departir con nosotros con toda la alegría de que es capaz, y el viernes tuvo el coraje de levantarse muy temprano, despertar a mis otros dos hermanos que están de visita con él y llevarlos a casa de mi madre, donde yo me hospedaba, para que me cantaran las mañanitas porque era mi cumpleaños.
Esa es la estatura de mi hermano, el hombre que ha decidido sobre su vida y su muerte, el que de niño se fue con un circo, el que jamás ha puesto límite a sus deseos, a su empeño de vivir como decida.
Lástima que sujetos como Hurtado sean piedras en el camino de personas como mi hermano, a quien Hurtado nunca se ha permitido conocer para aprender un poco.
Por nuestra parte, todos estamos intentando aprender de su lección.
Comentarios
Un abrazo para tu hermano y otro para ti y tus luchas.
Tu has sido otro de los regalos que me dió país de nubes.