


Hoy tuve la clase con mi alumna por la mañana, contrario a la costumbre de las tardes. Terminó un bodegón con frutas e inició un autorretrato.
Como hacía calor abrimos la puerta del estudio pero el viento está tan fuerte que nos hizo un batidillo de papeles y cosas que salieron volando, a Sofía le cayó en la mano uno de mis dibujos y tuvimos que cerrar la puerta.
Cuando vinieron a recogerla me dijeron que la reja de la cochera se había abierto de par en par y me la cerraron, así que fui a ponerle una correa de perro para asegurarla porque no tengo cadena.
El viento sigue, no sé si esto es lo que llama Santana la gente de aquí, que es cuando hace mucho viento, mucho calor y levanta tanta tierra que las casas quedan con su desierto particular cada una, con la consiguiente tarea de lavar y limpiar ropa y papeles y todo lo que haya.
Por otro lado la angustia que ahora vive conmigo como si fuera la tierra de mis uñas -o mejor dicho la pintura que siempre traigo pegada porque estoy trabajando bastante-, ya que mi hermano no contesta su teléfono móvil y nadie responde en su casa, lo que nos provoca tanta ansiedad porque no sabemos si se puso de nuevo grave o qué sucede.
De modo que este día, plano como algunos otros en que la luz quita volumen a las cosas y nos hace percibirlas como si fueran dibujos, sigue con su viento y sus aconteceres azarosos al menos para mí, que sigo en espera de saber algo de mi hermano mientras intento concentrarme para evitar sentir la comezón que me provoca la alergia con la que tengo días, a pesar de los chochos y medicamentos y a pesar de haberme untado polvos de maíz porque no tengo almidón...
En la pintura terminé dos cuadros para mi serie "Todas somos una" y estoy preparando el cuadro que se tiene que mandar a Francia.
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