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Frente a la ventana

Está nublado, cosa que en otras circunstancias me haría sentir esa tibieza que me conecta con la tierra de mi infancia. Pero esta mañana lo de menos es que se queje mi rodilla con su dolencia persistente por el clima, cuando el espíritu se encuentra atropellado.
Blanquecina, la ciudad late a lo lejos, sólo el trino de los incansables pájaros da cuenta de la vida, o el esporádico rugir del autobús de ruta que pasa frente a mi casa. Silencio, hay un grande silencio que me invita a compartir esto que escribo para que salga y no me siga pesando como una nube de tormenta que a pesar de todo no se llueve para limpiarse y volver a ser blanca como las flores de algodón.
Pienso en aquellos, en los menos afortunados que padecen alguna reticente, necia, horrible enfermedad sin merecerlo... pero esto ya es ir más allá, porque finalmente cómo juzgar o saber quién merece qué, desde qué óptica, con qué derecho...
Claro, con el derecho que nos damos por tenerle aprecio a esos enfermos, a esos seres valiosos que han ido por la vida haciendo crecer a los demás, ayudándoles a ir adentro de sí mismos, a dejar salir sus voces, por decir sólo algunas de las cosas que hacen o han hecho en mi vida y en tantas otras.
Me siento aquí, tan afortunada, con mi taza de café, arropada contra el aire frío que cuela la ventana con su enredadera, sola pero sin soledad, con algunos achaques pero sana, afortunada, plena, y trato de extender mi corazón hasta donde hace falta, hasta donde cobije con el intenso deseo de ayudar a quien en este momento más lo necesita... Que la luz lo cubra y cure, y que ilumine su oscuridad.

Comentarios

Alex Escalante ha dicho que…
Qué conmovedor texto, Lisie, gracias...

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Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad...

Sorprendente

Hoy tocó la revisión médica de Paola aquí en Ensenada. Le habían pedido que se hiciera unos estudios para ver las condiciones del hígado y una biometría hemática. Tiene ya casi un mes que le disminuyeron los medicamentos, y en lugar de 39 pastillas semanales, ahora toma nueve. La sorpresa para la doctora y la enfermera que la atienden, fue que los resultados del hígado son normales, y no tiene anemia. Dijeron que en 20 años, es la primera persona a quien se da un tratamiento intensivo por seis meses y además, no aparecen secuelas del medicamento. Sí, sorprendente, pero ¿sorprendente? ¿Y las veladoras con las mejores intenciones que llevaron mis amigas poetas a la Catedral en Oaxaca? ¿Y todas esas energías positivas que desde el fondo de sus corazones me enviaron familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos cuando me veían penando por mi hija? ¡Claro que tenía que resultar! Ahí está ella, la princesa del poema Ojos de veladas lunas, ahora radiante, con más dinamismo y con aspecto ...

Cuando ronda la muerte

En realidad todos estamos a las puertas de la muerte. Cuando niños, mis hijos se asustaban cuando yo decía "no sé si mañana voy a amanecer muerta" pero es algo que siempre me ha quedado claro. Lo difícil es aceptar la otra muerte, la de alguien más. Y últimamente he pasado ya algunos sustos. Porque por más que sepamos que es un paso más, nos asusta tener que prescindir de quienes queremos, nos duele no verlos cuando se nos antoje, nos martiriza pensar en no tener más sus palabras... Y ahora pareciera que le toca a él, al más fuerte de mis hermanos. Todos son unos animalotes como siempre he dicho, pero él ha sido diferente. Si se marchó de la casa a los once años con un circo que visitaba Orizaba, es porque era diferente ¿no?. Pasaron años hasta que dimos con él y cuando volví a verlo parecía una estatua: enorme, bien formado, moreno y con un vozarrón que dejaba clara su presencia. Decidió como pocos que viviría la vida a su manera, y ha sido congruente. Por eso ahora me dice...