Alta como una jirafa, los ojillos tristes llenos de preguntas, los bolsillos rotos y dos maletas: así viajó hacia el norte, huyendo del acorazado que le partió el corazón y la lanzó con las manos extendidas hacia los territorios que el azar denominara...
Y comenzó otra noche, lejos del aullido, cercana al mar que deslava o azota, cercana a la palabra. Noche que irremediablemente va perdiendo el insomnio, va ganando la paz.
Y comenzó otra noche, lejos del aullido, cercana al mar que deslava o azota, cercana a la palabra. Noche que irremediablemente va perdiendo el insomnio, va ganando la paz.
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